Pánico en el PSOE ante el 4-M
Por si faltaba algo que alterara al PSOE en estos días previos al 4-M, la encuesta que ayer publicó la consultora GAD3, que preside Narciso Michavila, es muy inquietante para las filas socialistas. Debacle del PSOE, que sacaría unos pocos diputados más que Más Madrid: Ayuso barrería, y necesitaría a Vox para gobernar.
Hay muchos nervios en el PSOE, por las próximas elecciones en la Comunidad de Madrid, el 4-M. Es un duelo entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso por cómo han gestionado la pandemia el Gobierno y la Comunidad de Madrid.
Las encuestas y sondeos – exceptuando al CIS, claro - nos vienen repitiendo machaconamente, al igual que la de GAD3 de ayer, que Ayuso puede obtener unos 60 diputados y, sumando los de Vox, puede gobernar holgadamente.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, llamando al PP “organización criminal”, y luego matizando dicha afirmación. Nervios tienen todos los partidos, seamos realistas, ante esas elecciones, y no se libran ni el PSOE, ni el PP, ni Más Madrid, ni Podemos, ni Vox…y no digamos Ciudadanos, que apunta a la irrelevancia.
Iglesias calificando a Ana Rosa Quintana de portavoz de la ultraderecha, y ésta diciéndole: “Usted es un fascista, me está señalando, y yo no tengo guardaespaldas”. Y además Pablo Iglesias pretendiendo que el Rey se implique en la campaña electoral condenando una hipotética “violencia fascista”, término que se empeñan en repetir desde los partidos de izquierdas y que, en mi opinión, les va a salir por la culata.Sin embargo, la palma se la lleva el PSOE.
La arena política en España es, habitualmente, poco elegante, de escaso nivel, y llega a ser deleznable en algunas ocasiones. Falta talla y preparación en muchos de nuestros políticos, personas mediocres que precisamente por ello alejan de sí a las personas preparadas y solventes porque podrían anularles en poco tiempo. No hace falta poner muchos ejemplos.
Además, esa mediocridad de fondo va acompañada por unas formas toscas, que van desde el insulto al menosprecio, pasando por la falta de rigor y unas incorrecciones en su vocabulario que recuerdan su escasa preparación. Es lo que hay.
Intentar sacar rédito electoral de una navaja enviada por un esquizofrénico a Reyes Maroto, o unas balas cuyo origen nos gustaría saber con seguridad, revela la inconsistencia del PSOE ante estas elecciones. No denuncia las piedras contra Vox en un mítin, y luego pretenden hacer de una navaja y unas balas enviadas por correo el eje de su campaña electoral. Lamentable.
Mientras Francia e Italia han presentado ante la Unión Europea con una apuesta decidida por reducir impuestos y adelgazar el Estado, la izquierda española – con el PSOE a la cabeza – habla de subir impuestos y engordar al Estado. Muy sectarios y limitados, la verdad sea dicha. Les importa más hablar de una navaja y balas por correo.
Con motivo de la campaña electoral del 4-M, se están evidenciando los nervios del PSOE, la falta de rigor y las demagogia más barata. No hablemos de la incoherencia de Ángel Gabilondo, el “serio y soso”, contagiado por su partido: nada con Iglesias, y ahora todo con Iglesias.
La falta de nivel acerca mucho al insulto, a la precipitación y a la ligereza, que es lo que le ha pasado a Adriana Lastra, que como principal mérito tiene el de ser la persona más joven en ocupar el cargo de portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, en 2018. Que Lastra ocupe ese cargo es por decisión de Sánchez, que no quiere personas que le hagan sombra, ni ahora ni en el futuro. Tal para cual. Basta ver el currículum de Adriana Lastra: inició los estudios de Antropología, y luego todo su bagaje es el PSOE: tal vez tiene conocimientos antropológicos que se nos escapan a otrs.
Adriana Lastra vinculó la carta con una navaja que recibió la ministra de Industria, Reyes Maroto, a partidos políticos de la oposición, hablando imprudentemente de que “a todo delito de odio lo precede un discurso de odio”. En la diana, Vox. ¡Y la había enviado un esquizofrénico, indicando su nombre y dirección! Adriana Lastra es un reflejo de cómo está ahora el PSOE: es un síntoma, no una excepción.
