Fortalecer el turismo

Arran dice que no está contra el turismo, sino contra un turismo capitalista: ellos mismos reconocen que son turistas, y por lo que parece adinerados, por lo que hay que cuestionar no pocos factores en los ataques que Arran, con el apoyo expreso de la CUP, y uno de ellos es la proximidad del ilegal referéndum del 1-O. Quien crea en las casualidades, que siga creyéndolo, yo más bien afirmo que es una campaña orquestada en estos momentos tan graves en Cataluña. Lógicamente, arremeten contra todo tipo de turistas, también los españoles.

Arran ya ha actuado en Barcelona, en Peñíscola y Palma de Mallorca. Estos jóvenes amenazan con continuar con diversos ataques. Dicen que son unos 500, “casualmente” en los pretendidos Països Catalans.

También Cristina Narbona, presidenta del PSOE, se ha sumado a la polémica, afirmando que hay que caminar a otro turismo. No dice cuál: como siempre, demonizar o descalificar es relativamente fácil, construir y fortalecer requiere cabeza, esfuerzo, dedicación y visión de conjunto.

Por su parte, Ximo Puig, el presidente de la Comunidad Valenciana, ha declarado que en tierras valencianas no hay “turismofobia”, y pide sensatez para proteger el turismo. Lo mismo que ha dicho Mariano Rajoy. Reacciones sensatas.

Proteger y fortalecer el turismo, por supuesto, es evitar el “turismo de desmadre”, por parte de algunos extranjeros que se exceden en España a base de borracheras, juergas nocturnas y sin dejar conciliar el sueño a vecinos. Todos estos excesos, minoritarios y sobre todo por parte de jóvenes, hay que sancionarlos, tomar las medidas policiales y las sanciones que correspondan en una sociedad democrática. Pero tampoco desde la CUP parecen dirigirse a este tipo de “turismo de desmadre”, ni aluden a las muy reconocidas molestias de los “okupas” en Barcelona principalmente, que desde la CUP han practicado y hacia la que se muestran más que sospechosamente comprensivos.

Las autoridades deben actuar contra las acciones violentas contra el turismo. Me sorprende que la empresa privada que gestiona las bicicletas turísticas en Barcelona acabe de afirmar que sufren esos ataques a las bicicletas “desde hace meses”. Debían haberlo denunciado hace meses, al menor brote de violencia intolerable, aunque Arran se parapeta en que sufren la “violencia del turismo, que degrada barrios”. De culpables pasan a posicionarse como víctimas que actúan en legítima defensa: es el colmo.

El turismo debe seguir creciendo, potenciando sus múltiples variedades: el de playa, el de monte, el cultural, el medioambiental. Nuestra oferta es múltiple, y el aumento del turismo internacional es una alegría, no una violencia como defiende Arran.

Se erigen en portavoces de los vecinos de Barcelona, Peñíscola o Palma de Mallorca, exigiendo la privatización de Port Aventura, puertos deportivos y ciertos hoteles: ¿por qué no hablan con los vecinos de Peñíscola, por ejemplo, felices por el turismo creciente y variado que tiene, en vez de efectuar pintadas contra el turismo? Rechazan el diálogo, sólo admiten sus imposiciones.

Tampoco consta que hayan hablado con los sindicatos y asociaciones empresariales del sector turístico. No hablan, atacan violentamente. Por supuesto que hay que velar más por la dignidad y legalidad de los contratos de trabajo vinculados al turismo, la legalización de los apartamentos turísticos, la calidad de los servicios que se prestan, pero también la de las empleadas del hogar, así como ciertos talleres de reparación de vehículos, determinados servicios de asesoría, o rigor de algunos profesores universitarios con una dedicación acorde con su contrato y su salario. Tal vez algunos de la CUP están en estos casos, y por eso callan situaciones porque no les interesa.

 

El comunismo de la CUP, y de sus organizaciones juveniles, lo proclaman a los cuatro vientos, desesando la abolición de la propiedad privada, como ha declarado hace unos días Anna Gabriel, la portavoz de la CUP en el Parlament catalán. Sin matices.

Ahora ven una ocasión en el turismo, que ellos denominan capitalista, pero es para aprovechar las semanas de agosto, porque más adelante arremeterán contra otra forma de lo que ellos consideren capitalismo salvaje. Por supuesto, algunas multinacionales o grandes superficies están en su punto de mira a medio plazo, y empresas privadas con merecido prestigio y beneficios pasarán a ser objeto de sus ataques caprichosos, insensatos y perjudiciales para la sociedad.

Mientras tanto, no sé de ninguna actividad solidaria, de ayuda a ONG, por parte de los líderes de la CUP, y sí se va sabiendo su elevado tren de vida, su vida acomodada, desde la que quieren una sociedad más justa sin privarse de nada y atacando a quienes les place.

La opción por la violencia no es una opción respetable, sino que se debe perseguir por un Estado de Derecho, y con la reacción de la sociedad civil, incluidos los sindicatos de izquierdas, que por no enemistarse con la CUP están y estarán callados. No magnifiquemos el brote de “turismofobia”, pero tampoco lo minimicemos.

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