A por Bono Super Star

José Bono ya no tiene quien le escriba. El enemigo mora en casa propia. Y lo sabe. Algunos miembros del Gobierno se la tienen jurada y han decidido acabar con las ínfulas del manchego. En Moncloa hay quien no acepta de buen grado lo que califican de “excesivo vedettismo” por parte de un ministro. Han dicho basta, se acabó. El niño díscolo debe volver al redil. No van a pasarle ni una más. ¿Se lo tiene merecido el señor Bono? Hombre... El titular de Defensa se ha caracterizado por ser el Gallardón del PSOE, un animal político de envergadura, osado en la búsqueda de votos hasta aventurarse hacia caladeros situados más allá del hábitat natural de su partido. Desde el mismo día en que llegó al Gobierno ha utilizado modos de proceder y gestos cargados de significado que no siempre han gustado a los de su casa. Su toma de posesión, por ejemplo, no tuvo desperdicio. En la sede federal del PSOE sentó muy mal la parafernalia, organizada con mimo por el protagonista. El ministro quiso contar con la presencia de la actriz Concha Velasco, el cantante Raphael y su esposa, Natalia Figueroa; Antonio Gala, el Nuncio de Su Santidad, Manuel Monteiro; el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, y el mismísimo juez Baltasar Garzón. Para todos tuvo palabras. Y él acaparó la atención más que ninguno de los otros nuevos ministros. Hay que recordar que, aquel día, Bono también había invitado a dirigentes del Partido Popular, a los que tenía como “amigos” —Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Ana Palacio…-. Sus ausencias no le sentaron nada bien y no se mordió la lengua: “A los que no han podido asistir por falta de testosterona, les digo que vengan cuando no les haga falta esa hormona”. Inconmensurable. Algunos compañeros de Gabinete calificaron también de escándalo la concesión de la medalla de la Gran Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, tras el regreso de las tropas españolas en Irak, cuando apenas llevaba un mes y medio en el cargo. Ante las críticas recibidas, Bono comunicó a Rodríguez Zapatero su renuncia a la condecoración, pero en las filas socialistas no sentó nada bien esa maniobra. Después vino la mascarada de un supuesto intento de agresión, durante la manifestación convocada por la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) hace ahora un año. Curiosamente, aquel día Bono no se situó en el lugar reservado para los políticos, sino que caminó durante varios minutos por su cuenta, entre los representantes de las víctimas. La investigación de aquellos hechos provocó la detención de dos militantes del PP, hecho que va a acabar en los tribunales. Lo que peor llevan dentro del PSOE es el afán del ministro por estar en el candelero y aparecer en todos los medios. En Moncloa ya censuran sin tapujos los “publirreportajes” a cuenta de sus visitas a tropas españolas desplazadas por el mundo, y la utilización de cualquier oportunidad para lograr notoriedad. Sus colegas de partido recuerdan, por ejemplo, el clamoroso aterrizaje en el Santiago Bernabéu del helicóptero que le traía a Madrid, el pasado mes de agosto, para seguir la crisis del accidente en Afganistán en el que perdieron la vida 17 militares españoles. ¿Quién convocó a las cámaras que grabaron la llegada del ministro desde su residencia vacacional? En Ferraz, nadie tiene dudas. Sin embargo, el asunto que parece haber colmado la paciencia de significados miembros del Gobierno ha sido la maniobra con motivo de la venta de material a Venezuela. Bono forzó el orden del día del Consejo de Ministros, previo a su marcha a aquél país, para lograr una orden expresa del Ejecutivo que algunos han interpretado como un intento de salvar su propia imagen ante el mundo. Es decir, que el ministro está con el Gobierno, pero no a todas. El desgaste no se comparte. Todos a una, pero yo me desmarco si no me conviene. El primero en “descerrajarle un tiro” ha sido el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que la semana pasada echaba los primeros troncos a la hoguera incineradora, informando de una supuesta operación de venta de aviones militares a Angola que Bono iba a cerrar en breve. Al titular de Defensa le faltó tiempo para salir en los principales medios de comunicación anunciando que no tenía la menor intención de hacer tal cosa. Bono Super Star en el disparadero. Fuego amigo consentido. ¿Saldrá bien parado de ésta nuestro ministro? Veremos.

 
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