Viva Zapatero, premio Nobel de la Paz

En Italia son muy aficionados a las películas “de compromiso civil”. Así las llaman sus autores. Son piezas cinematográficas con una fuerte carga ideológica, realizadas todas ellas desde la izquierda. La última es “El caimán” de Nanni Moretti, un drama familiar envuelto en comedia que concluye con un alegato pesimista y feroz contra Silvio Berlusconi.   La penúltima se llamó “Viva Zapatero”, una cinta de la actriz cómica Sabina Guzzanti que, al estilo de Michael Moore, también arremete contra Berlusconi por ser bajito, calvo, multimillonario, aliado de los obispos, amigo de George W. Bush, por no haber cumplido su contrato con los ciudadanos, tener gracia contando chistes, componer canciones napolitanas y haberse cargado un programa televisivo de la tal Guzzanti.   Tengo para mí –y cruzo apuestas de pincho de tortilla y caña con quien ose aceptar el desafío- que este fenómeno pronto llegará a España. Directores de cine dispuestos a dar coba al PSOE y, si me apuran, a la federación de Gaspar Llamazares, no faltan. Motivos, tampoco. La banda terrorista ETA le acaba de imponer a nuestro presidente (muy necesitada debía estar para hacerlo, digo yo) el capelo del Nobel de la Paz, en una ceremonia sencilla, medida, paritaria, prudente y –como no podía ser de otra manera- aplaudida por tres cuartas partes de España.   Uno mismo se ha sumado a esos aplausos. Y ahí están las hemerotecas para demostrar que, desde esta misma tribuna, han salido duros alegatos contra nuestro máximo dignatario por la forma y el fondo de este proceso de acercamiento a los asesinos. Nuestros lectores conocen algunos datos al respecto, obtenidos de primera mano por El Confidencial Digital y publicados en exclusiva en España por este medio. No es todo lo que sabemos pero debemos ser prudentes, también por el bien de nuestro país.   Pero ahora toca aplaudir porque nos consta que una banda terrorista que llevaba casi 40 años sembrando de muertos y terror estos pagos acaba de declarar su intención de hacer un alto el fuego. Se verá si estamos antes el fin definitivo de la violencia; se verá si se trata de un espejismo de paz porque piden lo que no se les puede dar; se verá. Y es aquí donde el papel de nuestros gobernantes y de los dirigentes de los principales partidos de la oposición es crucial. Unidos por un mismo fin.   Viva Zapatero, por tanto. Al inquilino de la Moncloa le corresponde “la gloria” de habernos llevado hasta este escenario, mucho mejor que el de ayer. Sin embargo, lo repito, vienen también a la memoria los modos utilizados por José Luis Rodríguez Zapatero para conseguirnos esta soñada situación.   Vamos a correr riesgos, no cabe duda. Batasuna se presentará a las elecciones y cosechará un sonoro éxito en las urnas, ahora que ha manifestado su deseo (sincero o no, se verá) de optar por las vías democráticas para sus reivindicaciones. Obtendrá legitimidad social y, algo muy importante, dinero de los contribuyentes para recomponer su maltrecha economía.   Corremos riesgos porque la izquierda abertzale ha dado muestras, durante estos años de conversaciones, de tomar a nuestro presidente por un tontorrón, un dignatario condescendiente y sensible a las adulaciones. ¿Se acuerdan de aquella conversación grabada entre una etarra y un preso, registrada con conocimiento y autorización del juez, en la que los batasunos planeaban decirle al inquilino de la Moncloa aquello de “ZP, pasas a la Historia, tío, te dan el Nobel de la Paz” para animarle a realizar concesiones a la banda?   Por eso, el júbilo de hoy va extrañamente envuelto de un denso temor, de un cierto vértigo ante el abismo que se abre bajo nuestros pies, de un nudo en la garganta. Y del deseo de que, “prietas las filas”, haya muchos dirigentes políticos junto al presidente: no me lo dejéis solo porque la serpiente está mas viva que nunca y no hay que dejar pasar esta oportunidad.   Y si, después, toca darle el galardón de la Academia sueca al “señor del talante”, pues se le da. Será señal inequívoca de que habrá llegado la paz definitiva. Dios lo quiera.

 
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