La esperanza económica viene de Estados Unidos

Las proyecciones económicas de organismos internacionales no son halagüeñas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial nos hablan de una cierta desaceleración de la economía mundial.

El comercio internacional se va a resentir. Las exportaciones de algunos países netamente exportadores, se reducirán. Las mayores exigencias de capital a los bancos internacionales restringirán el necesario crédito a familias y empresas.

En los últimos años, los países emergentes (Rusia, Brasil, China, etc.) han empujado la economía mundial. Durante los años de crisis, esas naciones mantuvieron la demanda de bienes y servicios, mientras la economía se contraía en Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea), y en Japón.

Hemos vivido varias etapas económicas en los últimos años: Gran Recesión, entre 2007 y 2009, en Occidente. Recuperación en Estados Unidos, entre 2009 y 2014. Estancamiento en el mismo período, en la Unión Europea. La política de estímulos económicos y monetarios de Shinzo Abe hizo reaccionar a Japón en 2013, sacando al país de la deflación y el parón económico. España es un caso aparte, que ha vivido años de muy dura recesión económica (2008-2013) y muy moderada recuperación en los últimos cuatro trimestres.

Europa empezaba a recuperarse, pero los últimos datos no son prometedores: Francia se para, Italia va para atrás, Alemania ralentiza su crecimiento. La industria -la ausencia de industria-, es el gran problema. Las exportaciones se reducen, porque China, Brasil o Rusia compran menos al exterior. China crece al 7,3%, por debajo de su objetivo del 7,5%, habiéndose creado una peligrosa burbuja de crédito que puede explotar en cualquier momento. Brasil tiene un crecimiento tan desigual, que hablar de crecimiento en ese país es poco menos que disparatado. Rusia, que ha vivido holgadamente gracias a la energía (petróleo, gas), ve cómo el precio del barril se ha reducido un 40% en catorce meses y su expansión se para en seco. La locomotora económica de Europa, Alemania, reduce su crecimiento, amenazando al resto de Europa.

De poco sirven los llamamientos a la calma del Banco Central Europeo. Es tal la descentralización económica en Europa, que cada país intenta sacarse las castañas del fuego. Si Europa no va bien, España tendrá problemas para consolidar la incipiente recuperación económica: no olvidemos que la tasa de paro en España sigue en el 24%, versus el 11% de Europa. El primer ministro de Italia dice que se ríe, cuando le ponen como ejemplo de recuperación a España…; en cualquier caso, es toda Europa la que está anquilosada y, además, Alemania no va a permitir políticas expansivas como en Japón o en Estados Unidos. Esencialmente, porque los alemanes no quieren cargar con el coste de la deuda de los países periféricos, como Grecia, Irlanda, Italia, Portugal o España.

Reino Unido, con industria fuerte y con un sector financiero en boga, sigue con un crecimiento que le hace alérgico a todo contagio con la Europa continental. Es posible que Grecia necesite un tercer rescate. Francia habrá de recortar más su déficit público, e Italia habrá de empezar a hacer reformas “a la española”, aunque le hagan gracia a su primer ministro, Mateo Renzi.

Necesidad de invertir en I+D

España encamina su recuperación con mayor consumo interno e inversión, que sustituyen a las exportaciones como contribuidor más fuerte al crecimiento del PIB. Es menester que no solo el turismo sea motor del crecimiento económico, sino sobre todo, la industria. El Consejo Empresarial de la Competitividad ha dado recetas recientemente, sobre cómo crear 2,3 millones de puestos de trabajo en cuatro años, reduciendo la tasa de paro en diez puntos porcentuales. La I+D+i, dice su presidente, César Alierta, y presidente de Telefónica –la empresa española que más invierte en Investigación y Desarrollo-, es la clave de la creación de un nuevo modelo productivo sostenible, y menos sujeto a ciclos.

 

China, Brasil y Rusia ya no son ejemplos. Reino Unido depende demasiado de su sector financiero. La Unión se mantiene a duras penas para no volver a la recesión. Japón sobrevive con respiración asistida: una subida del IVA en abril casi da al traste con su recuperación. ¿Dónde encontrar la esperanza; dónde ver la luz al final del túnel? En Estados Unidos.

Norteamérica ha creado 10 millones de empleos en 54 meses consecutivos, la racha más larga de creación de empleo de los últimos cien años, en ese país. La tasa de paro es inferior a la de 2008, hoy, en el 5,9%. La economía americana creció al 4,6% en el segundo trimestre del año, y el 3,5% en el tercer trimestre. Es un crecimiento equilibrado, con inversión empresarial, consumo de las familias y de las administraciones públicas, inversión en infraestructuras, equilibrio en sectores de actividad, exportaciones y fuerte manufactura. La economía ha crecido una media del 2,2% mensual desde junio de 2009 hasta ahora. Cada mes se crea una media de 228.000 puestos de trabajo.

Con estos datos, la Reserva Federal ha decidido retirar su política de estímulos (Quantitative Easing), de compra de deuda pública e hipotecaria. La FED tiene un doble mandato: estabilidad de precios y creación de empleo. Sobre lo segundo, ya hemos visto que la economía se acerca al pleno empleo: posiblemente se alcanzará dentro de dos años, en noviembre de 2016, cuando haya elecciones presidenciales. La inflación no debe exceder el 2%, y se sitúa en el 1,7%.

La evidencia empírica muestra que el modelo capitalista norteamericano –a pesar de sus defectos- es más eficaz que cualquier otro modelo, hoy. Vale la pena tomar ejemplo.

Jorge Díaz-Cardiel, Socio Director de ADVICE Strategic Consultants. Autor de Obama y el liderazgo pragmático, La reinvención de Obama y Éxito con o sin crisis

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