Reacciones a la reforma educativa

Los líderes socialistas -a veces tan alejados de sus bases como los líderes populares- dicen que la nueva reforma educativa nos devuelve a los años ochenta. Sin embargo, el discurso retrógrado del partido socialista es el que nos recuerda, no a esa época que nos dice el señor Rubalcaba, sino a otra triste y grave en la que las agresiones físicas -siendo suave con las palabras- hacia lo religioso-católico se pusieron de moda ante la pasividad de las autoridades de entonces. Es singular este fenómeno del anticlericalismo estructural de nuestro socialismo y, por extensión, de la izquierda progre. Como esta reforma no gusta a los líderes socialistas, se remangan y se ponen a disparar contra la Iglesia. Fuegos de artificio para distraernos del fiasco del sistema educativo que ellos parecen dispuestos a mantener.

¿Es posible que Rubalcaba crea sinceramente que la actual reforma del sistema educativo cambia las reglas del juego? ¿de qué juego nos habla a todos los españoles? ¿se está refiriendo a las reglas del fracaso escolar? ¿a las reglas de la permanentemente fallida inserción laboral de nuestros jóvenes? ¿a las reglas de uno de los descalabros más estrepitosos de nuestra historia contemporánea?

Cuando los líderes socialistas hablan de ruptura del consenso, ¿podrían explicarnos ese consenso al que aluden? ¿es el consenso en la mediocridad de los resultados, en el demérito del esfuerzo y de la excelencia? ¿quieren que confundamos la igualdad de oportunidades en el acceso a los beneficios de una buena educación con esa pantomima del título para todos, superen o no un mínimo aceptable? ¿de verdad están satisfechos con lo que estudian y cómo lo estudian nuestros hijos, incluyendo los hijos de los socialistas? En cuanto a los dineros, ¿seguirán argumentando en contra de la evidencia de que una plaza de la enseñanza pública cuesta casi el doble que una de la privada concertada? ¿seguirán a favor de las diferencias retributivas entre profesores de la enseñanza pública y la concertada? Quizá haya que cambiar los conciertos por el cheque escolar, llámese como se llame, en aras de la verdadera libertad de elección de los padres a la hora de elegir la enseñanza que desean para sus hijos. Quizá alguno de los centros públicos se vería en apuros y alguien descubriría que no todos son necesariamente mejores que los privados. Quizá esto resultase interesante a los líderes o militantes socialistas que lleven o hayan llevado sus hijos a un colegio privado concertado, o sin concertar, incluso siendo de inspiración religiosa católica.

Es probable que los casi siete millones y medio de aspas en favor de la obra de la Iglesia católica que marcan los más de diecinueve millones de contribuyentes en su declaración de la renta provengan en parte no solo de quienes votan a populares sino también a socialistas, como es igualmente razonable pensar que no todos los votos populares implican un aspa en su declaración del ierrepéefe. Recordemos que la Iglesia no ingresa de los presupuestos del Estado, y que vía declaraciones lo que hace es recibir la aportación de cada contribuyente. Casi seguro que son muchos los socialistas convencidos, de esos que viven de su propio trabajo y no a costa de ningún otro socialista ni del presupuesto público asignado al partido, los que no desdeñan la contribución de la Iglesia Católica a la satisfacción de las necesidades básicas de los españoles. Y no olvidemos que ese dinero solo es una porción de lo recaudado por la Iglesia, y que la mayor parte corresponde a donativos directos. Así que cuando el señor Rubalcaba dice que, con la aprobación de esta reforma, la Iglesia ha ganado, ¿qué quiere decir? ¿insinúa que le molesta que el Estado facilite la obra de la Iglesia católica en España? ¿nos está diciendo que no le gusta que la Iglesia destine unos 300 millones de euros a la actividad caritativa y asistencial del necesitado, sea cual sea su credo o anticredo? ¿que unos seis millones de españoles subsistan gracias a la ayuda de la Iglesia? ¿que la “oficina de empleo” de la Iglesia ha logrado trabajo para el veinte por ciento de las más de ochenta mil personas que pidieron su colaboración? No sé si le molestará al señor Rubalcaba -¿o es ingratitud política?- los colegios, las viviendas, los centros de comidas, los hospitales… ¿de verdad se opone a que cada vez más españoles decidan colaborar con la Iglesia católica vía declaración de la renta? ¿no es más democrático este sistema que el actual de financiación de los partidos? ¿por qué no se atreven -socialistas y resto partidos- a dejarnos la libertad de poner aspas en nuestra declaración para decir si queremos o no financiar a este o al otro partido? ¿o es mucho riesgo jugarse no solo el voto cada cuatro años sino también sus dineros todos los años?

Entonces, ¿a qué viene tanto ruido con la revisión del Concordato? Los socialistas han tenido muchos años de gobierno socialista para hacerlo. ¿Por qué no lo hicieron? ¿les resulta beneficioso electoralmente denunciar y luego incumplir? Sería bueno -y legal, desde luego- que todos respetásemos los términos de una Constitución que habla de aconfesionalidad, no de laicismo. Que no es igual, como bien deberían saber quienes no hayan sucumbido al analfabetismo de nuestros últimos sistemas educativos. ¿Hasta cuándo van a ocultar los líderes socialistas la verdad de que la enseñanza de religión en España es voluntaria? Hay algún país de incuestionable madurez democrática en nuestro mundo occidental que ofrece religión católica y protestante en su escuela pública.

En cuanto a la lengua y su derivada principal, la unidad -constitucional, por supuesto- de España, quizá esta reforma podría haber sido más profunda, pero, en todo caso… ¿los líderes socialistas prefieren continuar dando cancha a la ruptura lingüístico-educativa que sirve, entre otras cosas y como todo el mundo sabe, para criar cachorros independentistas antiespañoles? Si permitimos que en nuestros colegios se enseñe que dos y dos son cinco, difícilmente les convenceremos a los dieciocho años de que dos y dos son cuatro. Llevamos muchos años disfrutando de ejemplos ilustrativos de los efectos de esa manipulación. Y mucho tiempo de reacciones tímidas de unos y otros mientras las familias y todos los españoles sufrimos las consecuencias de, en algunos casos, medio invitaciones a desobediencias. ¿De verdad les gusta ese rumbo?

No escuchan ni a sus votantes. No extraña la decadencia del respaldo de los socialistas a sus líderes, últimas elecciones incluidas. ¿No se dan cuenta de que sus recetas mágicas no son creíbles porque son esos líderes quienes nos negaron a todos durante meses la crisis económica y financiera galopante, y quienes aceleraron la crisis de valores que subyace a muchas de las turbulencias que padecemos hoy día?

Quizá los líderes socialistas y afines deberían serenar su discurso y trabajar por solucionar problemas. Como el de la educación. Siempre tendrá mejores resultados prácticos que alentar soflamas ideológicas cargadas de sabores rancios, de esa cuestión religiosa que tanto les gusta. La educación en nuestros colegios es, si se me permite, mucho más importante que la universitaria, por la sencilla razón de que nuestra personalidad, el núcleo duro de nuestro ser como personas y como comunidad, se forja en esas edades tempranas. Por eso también la familia tiene una importancia enorme. Pero esto es otro tema.

Necesitamos que unos y otros miren en sus banquillos, porque seguro que tienen gente capaz de abandonar guerritas ideológicas -no sus creencias- y de ponerse a elaborar y consensuar un proyecto común de futuro, a largo plazo. Los tiempos actuales no permiten parches. Es hora de actuar con visión de Estado. Los grandes países no dan bandazos, porque las grandes empresas colectivas no lo permiten. No ha ocurrido nunca. ¿No nos preocupamos por un desarrollo sostenible? Pues trabajemos por una España sostenible.

 

José Luis Hernangómez

Consultor y profesor de posgrado

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato