Volvemos al intermitente

No es la primera vez, Sr. Director, que envío algún escrito relacionado con una pieza de los automóviles, me refiero a ese gran desconocido. Todos lo tenemos en nuestros vehículos, se trata del intermitente, pero ¿lo utilizamos?

Para muchos el pobre intermitente, se encuentra, triste, desamparado, inútil, ¿para qué estoy en este vehículo si el responsable de su manejo se olvida de mí, o simplemente pasa de utilizarme? Debe preguntarse con frecuencia.

Estoy seguro de que padece complejo de inutilidad. Pensará: ayudo al que va detrás de mí cuando le indico que es lo que voy a hacer, si se me acciona la palanca con antelación. Nadie tiene que hacer de adivino o mentalista para saber que hará el irresponsable que es dueño del vehículo en el que voy instalado. No estoy de decoración.

Sería bueno que, con el intermitente, pensáramos alguna vez: estoy para salvar las vidas tanto del que lleva el vehículo del que soy parte, como del que va detrás de mí. ¡Hasta incluso de los peatones que me encuentro en mi recorrido! Lo dicho, “soy un gran desconocido y nadie habla de mí, ni siquiera he visto que un municipal o uno de tráfico multara a mi dueño por no utilizarme cuando debía”, diría si le diéramos voz. No es la primera vez que he pensado algo parecido cuando el conductor que me precede no me indica nada y pasa de mí, lástima que yo no pueda pasar de él.

 

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