Cómo conseguir que se respete el himno en la final de la Copa

Final de la Copa del Rey
Final de la Copa del Rey
Propongo un protocolo para conseguir que lo que pasó estos últimos años en algunas finales de la Copa del Rey no vuelva a suceder:

1. Saltan al campo los dos equipos finalistas.

2. Poco después, los jugadores y los árbitros se sitúan en el centro del campo, en formación.

3. Se ponen en pié las autoridades.

4. Empieza a sonar el himno nacional por los altavoces del estadio.

5. Como reacción, se origina en las gradas un atronador pitido, acompañado de gritos y abucheos.

6. Se interrumpe la emisión del himno.

7. Poco a poco los hinchas nacionalistas y antiespañoles van dejando de pitar, silbar, abuchear e insultar.

8. Se espera el tiempo que haga falta a que se recupere el silencio.

9. Vuelve a comenzar el himno nacional desde el comienzo. Y aquí pueden ocurrir dos cosas.

10-A. Se vuelve a producir la pitada, y entonces se vuelve al punto nº 6: se silencia la megafonía, se interrumpe el himno, y se espera otra vez a que se recupere el silencio. Este bucle se repite todas las veces que haga falta.

10-B. Cuando se completa la audición del Himno, guardando el público el debido respeto exigible, se sientan las autoridades y ya puede comenzar el partido.
Si el bucle 10-A se repite muchas veces, se avisa por la megafonía que una vez que transcurra una hora desde el primer intento de escuchar el himno en silencio, se procederá a desalojar las gradas, inicialmente en donde se originen los pitidos, o en el peor de los casos, y transcurridas dos horas, a desalojar el estadio y a jugar el partido sin espectadores en el campo.

Se puede considerar un principio vital para la convivencia civilizada que todos debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Algunos nacionalistas alegan su derecho a pitar el himno nacional en virtud de la libertad de expresión. La Audiencia Nacional reconoció hace años que no era un delito, aunque en la sentencia decía que "no era un ejemplo ni de educación ni del mínimo civismo exigible para ser respetado...

Pero los nacionalistas no pueden pretender que se les respete a ellos si ellos no respetan a los demás. ¿Se imaginan lo que pasaría si en un acto institucional en Catalunya, Galicia, Euskadi... al empezar a sonar el Himno autonómico, un grupo de personas empezara a pitar y a abuchear ese himno? Muchos de los presentes se sentirían insultados, y esos "antinacionalistas" serían "masacrados", por decirlo simbólica y expresamente.

En la venta de entradas para el partido de la final del próximo día 24, entre el Barcelona y el Sevilla, en el que se puede prever que se van a producir gritos y abucheos contra los símbolos que representan a España, habría que advertir antes lo que se va a hacer (una vez que se haya decidido aplicar el protocolo u organigrama expuesto arriba), y que los nacionalistas antiespañoles decidan si quieren gastar su dinero (viaje y entrada) para pasarse dos horas pitando y gritando, y quedarse al final sin ver el partido...

El himno actual representa a España: es el que hay, el que establece la Constitución, ley suprema que tenemos que cumplir todos los españoles (nos guste o no). Si en una fiesta infantil los invitados se ponen a insultar o a abuchear al celebrante, él o sus padres acabarán echando a todos los alborotadores irrespetuosos. Quizá muchos españoles seamos más dignos que Juan Carlos y que Felipe para llevar la corona y defender a España, porque al menos yo, si fuera el Rey, no hubiera aguantado lo que ha pasado otros años: bajo al campo, cojo el balón, y mientras me marcho les digo: ¡Ahí os quedáis: me he cabreado y hoy no se juega el partido; esta es la Copa del Rey, yo soy el Rey, y no le doy la Copa a nadie! Y se aplaza el partido para otro día a puerta cerrada. Es otra opción.

 

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