El derecho natural y la norma positiva injusta

Después de dos mil quinientos años Antígona nos habla, una vez más, a nosotros, a nuestro presente. Es una vieja cuestión y a la vez actual; una llamada a conciliar lo universal con el respeto a las diversidades. El derecho natural, con sus inviolables principios universales, se contrapone, de nuevo, a la norma positiva injusta. El Estado es un servidor del bien común -o debería ser -pero cuando lo oprime, la obediencia a las leyes injustas se convierte en una culpa y la rebelión es un deber. Pero para no caer en otra culpa, o sea, para no alterar la legalidad -insustituible tutela civil y democrática del individuo- con una legalidad vaga y jurídicamente infundada hay solo un camino, como nos recuerda Norberto Bobbio: luchar para crear una legalidad más justa, sin limitarse a contraponer las voces del corazón a las normas positivas, sino haciendo que esas voces se conviertan en normas más justas, sometiéndolas a la comprobación de la coherencia lógica y de las repercusiones sociales; comprobación siempre conveniente de toda norma y de su creación.

 

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