El trabajo importa

Alguien comentaba sus propósitos para el nuevo año (dejar de fumar, comer más sano, apuntarse a un gimnasio y trabajar mejor). Pensé en nuestras tareas, fuentes de ingresos o no, que han de llevarnos a una unión con el trabajo que Dios sigue haciendo a través de nosotros.

Sí, Dios trabaja cuando hace surgir el sol o lo oculta detrás de las montañas. Trabaja cuando nos saluda con la brisa o nos calienta con el fuego, trabaja para descansarnos y lo hace en todo tiempo. El trabajo

del hombre no es tan complicado, pero debe elevarse al Cielo como el humo de una hoguera en la que quemamos nuestro holocausto: un trabajo bien hecho, ofrecido al Creador y sustento de almas lejanas o cercanas que sufren abatimiento, enfermedad o dolor.

El trabajo nos dignifica, aparta de nosotros la inacción que nos deshumaniza y nos hace aptos para oír la voz de Dios que llama a sus hijos a cooperar en un mundo feliz, al menos en su original pensamiento.

 

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