Marruecos sigue ordeñando el móvil de Sánchez

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey de Marruecos, Mohamed VI.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey de Marruecos, Mohamed VI.

Muchas páginas se han escrito sobre la última visita de Pedro Sánchez a Marruecos. Especialmente después de que el socialista, traicionado por su habitual tendencia al autobombo y la mentira, diese a entender en rueda de prensa que España iba a invertir nada menos que 45.000 millones de euros en Marruecos. Tuvo trabajo el Gobierno en desdecirle, a través de múltiples canales y portavoces, aclarando que quien va a invertir esos millones en sus infraestructuras es Marruecos, y quien podría optar a esos contratos son las empresas españolas. Aclaraciones que no acaban de convencer a parte de la opinión pública de nuestro país.

Estas dudas no son gratuitas, puesto que las cesiones de Sánchez a Marruecos en los últimos años han sido las mayores de la historia diplomática entre ambos países. Y curiosamente todas ellas se iniciaron con el famoso espionaje a su teléfono y al de su mujer. ¿Coincidencia? No parece que lo sea.

¿Pueden imaginar qué habría en el móvil de Sánchez para que decidiese entregar el Sahara por sorpresa, sin debate interno, sin acuerdo nacional y sin contraprestación alguna? Contenido que podría acabar con su Gobierno y con él mismo, por supuesto. Porque no debemos olvidar que en aquella época Marruecos intervino -presuntamente- el móvil de Begoña, después el del ministro Marlaska y posteriormente el de Sánchez. Material al que llevan sacando partido desde entonces. Y lo que les queda.

Supuestamente fue a raíz de este espionaje que Marlaska disolvió el grupo antinarco del que tanto se ha hablado en los últimos días tras la muerte de los guardias civiles en el estrecho. Pero también fue cuando Moncloa reconoció las demandas alauitas sobre el Sáhara; cesaron a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya; adquirieron material destinado a la policía marroquí; y aprobaron constantes transferencias económicas rumbo a Rabat, entre otras concesiones.

Sobre dichas transferencias, hay que destacar que desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno se han destinado 30 millones de euros anuales rumbo a nuestro vecino del sur con el objeto de sufragar los gastos de la gestión migratoria en la frontera. Y, precisamente en el ámbito fronterizo, hace ya un año el Ejecutivo español anunció el inicio de conversaciones sobre la gestión de los espacios aéreos con Marruecos, algo que desde entonces ha generado inquietud en el ámbito canario, al considerar que las negociaciones pueden derivar en una nueva cesión de soberanía (aérea en este caso) en favor de Rabat.

La última barrabasada de Sánchez se conoció hace apenas dos meses. Con España hoy sumida en una sequía tan grave como previsible y el Gobierno prometiendo desaladoras para después de 2029, no podemos olvidar cómo el Consejo de Ministros presumía el pasado mes de diciembre de un desembolso en forma de crédito de 250 millones para construir “la mayor planta desaladora de agua con última tecnología” en Marruecos. Planta que construirán empresas vinculadas con el primer ministro marroquí. 

Los agricultores españoles han advertido que estas nuevas instalaciones serán claves para que el campo marroquí adelante al nacional en la presente década. Pero ya saben ustedes que eso, a Sánchez, le importa más bien poco.

Parece evidente que Marruecos sigue ordeñando el móvil de Sánchez, gota a gota. La pregunta es: ¿hasta cuándo tendremos que seguir pagándolo todos los españoles? De momento, seguiremos sin respuesta.

Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la consultora internacional de comunicación 3AW.

 
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