La hipocresía en política

         Está de moda hablar mal de las mayorías absolutas y ensalzar la política de pactos.

         Qué sea mejor se puede discutir,  y hay casos para defender que una mayoría absoluta fue un desastre como para presentar gobiernos tripartitos, cuatripartitos o pentapartitos dando lugar al más completo desgobierno. Y lo contrario, alguna rara vez. No me refiero  a eso sino a que la mayoría absoluta es criticada cuando no se tiene.

         Yendo a lo de ahora. Si  en las próximas generales el PSOE consiguiera mayoría absoluta veríamos a Pedro Sánchez más feliz que una perdiz diciendo que el pueblo ha entendido que su partido es el mejor para regenerar, y bla, bla, bla.

         No digamos si la consiguiese Podemos. Veríamos la coleta de Pablo Iglesias moverse con el mismo movimiento de satisfacción que un perro contento. Él (Iglesias, no el perro) bailaría la conga junto con Errejón y un montón de afines, Colau y naturalmente el Kichi. Diría que la gente ha entendido que....

         ¿Y si la consiguiera Rivera? Los ciudadanos habrían visto que C’s es el partido limpio, sensato, guapo como el mismo líder.

         Es casi seguro que ningún partido obtendrá mayoría absoluta y por eso se santifican los pactos, porque permiten a quienes han tenido una minoría absoluta hacerse con el gobierno de algo.

         En una palabra, la crítica a la mayoría absoluta es en muchos casos una crítica hipócrita, que recuerda  a la fábula de la zorra y las uvas. Como no podía alcanzarlas dijo, bah, no están maduras. Si sobre el hocico de cualquiera líder de cualquier partido cayese la uva madura de una mayoría  absoluta se relamería de gusto. Y si cayera sobre Rajoy levitaría.

 
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