Por qué el paro no hace que esto explote

Como en política se suele funcionar con slóganes y simplificaciones se olvida la realidad, la historia.

Con Felipe González gobernando, el paro estuvo desde 1992 a 1996 por encima del 20% (24,1% en 1994). Aznar heredó este paro y en 2004 lo había bajado al 10,53%. Zapatero hereda esta situación e incluso la mejora (8,57% en 2007). Pero a partir de 2008 empieza a crecer alcanzando en 2010 la cifra más alta, el 25,77% de toda la serie. Gobernando Rajoy ha bajado hasta el 23, 67%.

Estos son datos, sobre los que no habría que discutir.

El sistema no explotó con Felipe González gobernando ni con Zapatero; y no ha explotado con Rajoy. Las explicaciones pueden ser muchas, pero curiosamente una ha venido del enfant terrible de la literatura francesa, Michel Houellebecq, cuya novela Sumisión está causando tanto impacto que hasta el presidente del Gobierno francés ha hablado de ella en la Asamblea nacional.

Dice, en una entrevista: “Tenga en cuenta que el paro en Francia es desempleo de verdad: no hay trabajo en negro, como en España o América Latina, y tampoco hay solidaridad familiar, eso desapareció. La gente está totalmente desvalida”.

En España, como en otros sitios, hay mucho trabajo en negro, esas chapuzas con las que se alivia un poco la situación. Y lo que falta lo ponen las familias, y es notable el sacrificio de muchos abuelos y abuelas a favor de sus hijos y nietos. A lo que hay que añadir, naturalmente, el subsidio de desempleo, hasta donde llega.

El paro en Andalucía es altísimo: del 33,6% según la última EPA. Cualquierra que visite esta tierra, a poco que se fije, verá cómo allí la solidaridad familiar es especialmente fuerte. La gente se preocupa por la gente. Por eso el sistema no explota, a pesar de muchos políticos.

Hay que tener en cuenta esas constantes humanas –la familia es una de ellas- para no dejarse arrastrar por juicios basados solo en el día a día.

 
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