Narcisista, tú

Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, en la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid.
Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, en la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid.

Narcisista es como le ha llamado Sánchez a Ayuso al comienzo de la precampaña. Podría haberse adjudicado el calificativo a sí mismo, y también le encajaría bien, o incluso mejor, porque no cabe duda de que lo ha sido muchas veces. El refrán ‘piensa el ladrón que todos son de su condición’, describe muy bien lo que suele suceder al opinar sobre los que son oponentes, y querríamos que no nos estorbasen tanto. ¿Y por qué a esta chica le va tan bien y a mi no, si yo soy como ella o incluso mejor que ella?

Pues tu has puesto a un soso serio a competir con ella, cuando lo pensabas nombrar ‘defensor del pueblo’,según circulaba por todos los mentideros. Es manifiesto que la chica, al convocar elecciones, te ha pillado sin un candidato capaz de competir con ella de tú a tú y has tenido que improvisar la continuidad del soso, y decirle unas 14 veces que es un candidato serio en el acto de aceptación de su candidatura, como si no fuera algo evidente. Pero eso no significa que ella sea más o menos narcisista que tú.

A la mayoría de los políticos, y a muchas otras personas, se les va el ego cuando alcanzan una posición dominante de presidente o presidenta de algo. Y se creen ya con derecho a pontificar sobre los demás, a que les hagan caso, a que les quieran. Y se ponen de los nervios cuando resulta que hay alguien a quien le empiezan a querer más que a él.

Cuando ven que su narcisismo decae ante la candidata, empiezan a decirle que hay 600 millones de euros bloqueados por su culpa al convocar las elecciones, cuando a esos millones no los ha visto nadie posarse, y menos aún el soso, que no ha olido ni uno todavía. Y como le pasa, por cierto, al resto de los españoles, que ven los millones europeos volando, pero que no se materializan por ninguna parte, mas que de boquilla.

Ojalá en esta campaña sólo se digan ‘narcisista’ unos a otros, y no tantas otras cosas mucho más feas, que se guardan en la recámara. Y que alguien proponga algún plan para salir adelante, más allá de aquel ‘salimos más fuertes’, que tanta risa nos da ahora. Para eso están las elecciones. A ver si sirven para algo más que para insultar a la candidata.

 
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