La crisis de pactos europeos ante las elecciones del miedo en 2024

Différentes vues des drapeaux européens devant le batîment de la commission européenne.
Différentes vues des drapeaux européens devant le batîment de la commission européenne.

El temor a que algunas decisiones sean impopulares se acrecienta entre los líderes políticos cuando se acercan consultas electorales. El Brexit significó la ruptura con la Unión Europea del Reino Unido, pero da la impresión de que su gobierno desea estrechar lazos con Bruselas, como confirmaría el viaje de los Reyes a Francia. Justamente en estos momentos, Londres adopta también medidas en materia ecológica que no se alejan mucho de las motivaciones que están dando al traste con el “pacto verde”. No es que los británicos sean más europeos de lo que parecen; es que tienen también elecciones a la vuelta de la esquina.

La llamada conversión ecológica puede tener un precio político muy alto en las próximas consultas electorales, justamente porque el peso de bastantes decisiones recae desproporcionadamente sobre grupos sociales menos favorecidos desde el punto de vista económico. Es quizá una de las razones de que, en los miembros de la Unión Europea, haya crecido más la fuerza política de la extrema derecha que la de los partidos verdes –coaligados o no con la socialdemocracia, o con otras fuerzas consideradas de izquierda. En general, preocupa el trasvase del voto popular hacia formaciones derechistas, populismos aparte.

Por paradoja, después del Brexit, el Reino Unido camina hacia el aplazamiento de las medidas para descarbonizar, desde que tomó posesión el premier Rishi Sunak. Por ejemplo, ha anunciado que la prohibición de vender coches nuevos con motor de gasolina o gasoil se retrasará de 2030 a 2035. Curiosamente el parlamento británico fue el primero en llevar ese criterio a la legislación, en 2019. A la vez se mantendrían indefinidamente las calefacciones de gas y gasóleo en los hogares con bajos ingresos, y se pospondría su prohibición para el resto hasta 2035. La Ministra del Interior apoyó la decisión con un expresivo “no se salvará el planeta con la quiebra del Reino Unido”. Pero, en realidad, y a pesar de la imagen que acaba de dar el Rey Carlos III en su viaje a Francia, el líder conservador intenta ganarse la opinión pública más popular ante las elecciones del año próximo, en un momento en que los laboristas van muy por delante en las encuestas. Y le ha salido bien en las elecciones parciales de una circunscripción en el noroeste de Londres (impopularidad de la ampliación de las ZEB por el alcalde laborista Sadiq Khan)

Algo semejante sucede con la cuestión de las migraciones y del asilo de refugiados que, jurídicamente, sigue siendo competencia de cada Estado, aunque se venía produciendo una gran aproximación de criterios. Pero decisiones unilaterales de Alemania –rectificación izquierdista de la política abierta de la coalición presidida por Angela Merkel- y de Francia –Macron no recupera la popularidad perdida y su partido acaba de retroceder en la renovación parcial del Senado-, pesan demasiado sobre Italia, que no parece dispuesta a ser el chivo expiatorio, con mayor motivo en momentos de excesiva inestabilidad política en el norte de África.

Si Rishi Sunak no puede usar ya el paraguas de Bruselas para hacer pasar sus decisiones, varios países de la UE necesitan esa política común para superar el avance de la extrema derecha. El pacto sobre asilo y migración, después de años de discusiones, prevé un mecanismo de solidaridad voluntaria para el reparto de los solicitantes de asilo entre los Veintisiete o, en su defecto, una contribución financiera. Pero no tiene plena eficacia. 

La presidente de la Comisión, Ursula von der Leyen, en una rueda de prensa con Giorgia Meloni en Lampedusa –lugar simbólico de la tragedia humanitaria de los emigrantes-, hizo público un plan que incluye apoyar a Italia en el traslado de migrantes a otros Estados miembros, devolver a los migrantes a sus países de origen y estudiar nuevas "misiones navales" en el Mediterráneo, para evitar que las embarcaciones crucen a Italia desde el norte de África, así como fomentar acuerdos con los países de origen, del tipo del alcanzado en julio con Túnez. El vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, visitará los países del África subsahariana de donde proceden la mayoría de los migrantes, entre otros Guinea, Costa de Marfil, Senegal y Burkina Faso, para negociar el retorno de los migrantes que no pueden optar al asilo en Europa.

Alemania ha reanudado la acogida de refugiados procedentes de Italia tras suspender temporalmente el acuerdo voluntario en respuesta a la elevada presión migratoria. Pero el ministro del interior francés Gérald Darmanin dijo que Francia no estaba dispuesta a aceptar a personas procedentes de Lampedusa, porque considera prioritario proteger las fronteras de la UE, aunque se compromete a estudiar inmediatamente las solicitudes de asilo. Tal vez cambie de criterio después de la entrevista de Macron con el papa Francisco en Marsella. En cualquier caso, el clamor del Pontífice ante la indiferencia de los poderosos, recuerda mucho el “no tengáis miedo” de Juan Pablo II, que tanto contribuyó a la caída del Muro. Anima a repensar el in spem contra spem paulino.

 
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