A falta de soluciones a corto plazo, crisis de gobierno

            Comencé a escribir estas líneas mientras Angela Merkel hacía con Mariano Rajoy un tramo del camino de Santiago. No parece ocioso confiar en que la ruta jacobea, tan importante históricamente para la construcción de Europa, aporte nuevas luces a esos y a todos los líderes del continente, para superar una crisis que se alarga en el tiempo, sin apenas atisbar horizontes esperanzadores.

            Termino el comentario tras leer la noticia de que François Hollande ha encargado a Manuel Valls la formación de nuevo gobierno en Francia, tras una semana con muchos movimientos políticos, de todo signo, en el país vecino. Antes, había dado vueltas a una reciente y extensa entrevista al presidente francés, publicada en gran exclusiva por el diario Le Monde en su edición del 20 de agosto. En la presentación, el periodista destacaba dos enfoques altamente significativos: las prioridades de gobierno no pueden discutirse cada vez que se publica un índice trimestral; anuncio de la organización de una conferencia sobre la seguridad en Iraq y la lucha contra el estado islámico. En gran medida, son dos grandes manifestaciones de la incertidumbre actual: la crisis de la economía globalizada, la expansión del islamismo.

            Las preguntas no eran halagüeñas para un presidente en dificultades. Basta leer la primera: “Los malos datos de crecimiento, muy por debajo de lo previsto, y el desempleo, que no deja de crecer, ¿no prueban el fracaso de su política económica? ¿No deberíamos cambiar?” Otro torpedo es lanzado poco después en estos términos: “Usted declaró en julio de 2013: ‘La recuperación está aquí’. También dijo: ‘Llevaré el déficit al 3% en 2013’. En fin: ‘Invertiré la curva del desempleo a finales de 2013’. Ninguno de estas pronósticos ha sido exacto: ¿no afecta a la credibilidad de su palabra?”

            En sus respuestas, el presidente de la República utiliza expresiones sencillas, positivas, pero demasiado genéricas, sin apenas contenido, más bien en línea de objetivos y deseos, no de soluciones: modernizar la economía, mejorar la competitividad, apoyar la inversión y la creación de empleo, etc. Justamente porque la coyuntura es difícil, “debemos ir más de prisa y más lejos”. Con su método, que es la negociación. En definitiva, “la credibilidad no es quedar inmóvil. Es adaptarse a las circunstancias, manteniendo la coherencia”. Me parece muy bien escuchar y atender a los demás, pero no sólo sobre proyectos de menor cuantía, equivalentes a los que ocupaban a los gobiernos franceses en los años setenta.

            Larga cambiada también ante la pérdida de influencia francesa en la construcción de Europa y en sus órganos representativos, especialmente después de que en las últimas elecciones el 25% de los franceses votase al Frente Nacional: un gran triunfo que, sin embargo, no le ha permitido crear grupo parlamentario propio en la Eurocámara. Ante la insinuación de que todo esto contribuye a un mayor poder de Alemania, repite Hollande consideraciones globales: “Los problemas no son geográficos –el Sur contra el Norte-, ni políticos ‑socialdemócratas contra conservadores. El problema es saber lo que queremos hacer juntos”.

            Pero esto se contradice con su visión de Europa como “protección”: “protección de nuestros intereses, de nuestros derechos, de nuestros valores en el mundo; una protección para defendernos frente a las amenazas, pero también una protección contra los excesos de la globalización. Estoy a favor de Jean-Claude Juncker y sus proyectos: el plan de inversión de 300 millones de euros, la política energética común, el control de la inmigración a nivel europeo y, finalmente, una política exterior común”.

            Hollande internacionaliza también la grave inseguridad mundial, más allá del debate tradicional sobre intervención o no intervención. Ante la nueva realidad del Estado islámico, “debemos encarar una estrategia integral contra ese grupo estructurado, que goza de una importante financiación y de armas sofisticadas, y que amenaza a países como Iraq, Siria o el Líbano. Propondré próximamente a nuestros aliados una conferencia sobre la seguridad en Iraq y la lucha contra el Estado islámico”.

            Asistimos, sin duda, a un gran cambio de civilización, que no acabamos de entender, tal vez porque faltan grandes pensadores capaces de aportar luces duraderas. Por desgracia, cierto fundamentalismo laicista, ha impedido la reflexión a partir de enfoques muy de fondo lanzados en diálogo con el mundo desde Roma por grandes pontífices del tiempo presente, desde Juan XXIII a Benedicto XVI.

 
Comentarios