La muerte de Chávez se proyecta también sobre Cuba

La muerte del presidente venezolano, con la natural incertidumbre sobre el futuro del país, alcanza también a algunos gobiernos vecinos, que han sobrellevado la crisis económica gracias al acuerdo llamado "Petrocaribe". El mayor beneficio de la generosidad chavista alcanza a Cuba, aunque un total de 18 países de la zona obtiene petróleo venezolano en condiciones preferentes. Pagan sólo entre el 5 y el 50% de las importaciones, con un período de gracia de dos años. El resto, a veinticinco años, con un interés del 1%.

Por delante de todos va Cuba, que recibe cerca de 100.000 barriles de petróleo al día, compensados en gran parte por el envío de 35.000 médicos, personal sanitario y deportivo. Sin duda, es el país que más perdería con una eventual reducción de la ayuda venezolana, que algunos valoran en 7,7 mil millones de euros anuales.

Revolotea en estos momentos en La Habana el riesgo de retornar a las restricciones del "período especial", que comenzó con la desaparición del bloque soviético. Ciertamente, a comienzos de año, el vicepresidente Nicolás Maduro, ratificó "el compromiso del gobierno bolivariano para el período 2013-2019". Pero está por ver si el deterioro de la economía venezolana permitirá la continuidad de esa ayuda, aunque el 15 de abril tenga un nuevo presidente chavista. Desde luego, el candidato de la oposición, Henrique Capriles –no le será fácil ganar‑, afirmó ya en 2012 que cerraría el grifo del petróleo barato.

Si la economía de Venezuela arroja un saldo poco positivo, la de Cuba está próxima a la bancarrota. Y no parece que las peculiares reformas dentro del castrismo vayan a tener muchos efectos, más aún con el octogenario Raúl al frente del Estado al menos hasta 2018. Porque está en juego, como señalaba un documento católico oficioso a comienzos de 2013, es la "refundación de la ciudadanía". Hace falta devolver sus derechos a los miembros de la sociedad civil, para que ésta pueda desarrollarse con autonomía, frente a la actual subordinación de toda organización o iniciativa social al partido comunista de Cuba. Son muchos y muy importantes los cambios que necesita la isla en materia económica, social, política, espiritual, e incluso simbólica.

Desde octubre de 2010, los cubanos pueden ser trabajadores autónomos (cuentapropistas), en un número regulado de 181 pequeños oficios, que se concentran en tres sectores: alimentación, hostelería y transporte, a menudo ligados al turismo. Se ha liberalizado el mercado inmobiliario y el de la automoción. Se han otorgado a pequeños agricultores tierras en barbecho, para relanzar la producción agraria y evitar el actual peso escandaloso del 80% de importación de alimentos. Pero no pueden trabajar fuera de empresas del Estado abogados, arquitectos, médicos o informáticos.

En la primavera de 2011, Raúl Castro presidió el VI Congreso del PC de Cuba, después de 14 años sin celebrarse. Las modestas reformas acordadas entonces están logrando algunas mejoras. Pero algunos de esos pasos adelante pueden lentificarse si falla la ayuda de Venezuela, también porque se dilataría la hoy exigua voluntad de abordar y resolver de veras los problemas políticos y sociales de la isla.

Como había denunciado antes la ONG Human Rights Watch, "un nuevo Castro, la misma Cuba". Aunque se repiten guiños periódicos hacia Occidente, siguen vigentes leyes draconianas que llevan a la cárcel a cubanos que se atreven a ejercer libertades fundamentales. Desde luego, tiene bemoles que, avanzado el siglo XXI, sea "noticia" la liberalización de los pasaportes para salir al extranjero.

En la muerte de Chávez está a punto de crearse otro mito, comparable al de Fidel. Pero, a la vista de tantos hechos contundentes, no se explica el nacimiento, y la pervivencia, de esos mitos (por muy "revolucionarios" que parezcan al principio) en un mundo supuestamente ilustrado y científico.

 
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