Muchos padres se preguntan: ¿Llegamos tarde o todavía estamos a tiempo?

El caso de las adolescentes de Almendralejo, Badajoz, ha despertado a muchos padres, ya que se están dando cuenta de lo indefensos que están sus hijos ante el mal uso de los avances de la tecnología, propiciados por la I.A., por parte de otros, sin escrúpulos, y de las plataformas digitales que se lo facilitan.  Estos adolescentes no han logrado controlar sus impulsos, no han pensado en el alcance de su forma de actuar, (…). Lo que los ha llevado a transgredir el derecho a la intimidad de cualquier persona. Se conoce ben como los pedófilos utilizan la I.A. para generar pornografía infantil. Ciertamente hay que establecer leyes que regulen el uso de la I.A. y de las redes telefónicas y sociales, también hay que apelar a la ética personal de sus usuarios.

Muchos de nuestros niños y jóvenes consumen pornografía porque la consiguen a golpe de un solo clic en Internet con sus móviles. Puede decirse que la pornografía ha colonizado las redes. Y yo me pregunto, ¿por qué no se ponen barreras protectoras o puertas al campo? ¿por qué no se cierran las grandes productoras de “porno” o los sitios web que la distribuyen? Con una ley se podría barrer o eliminar la mayoría de este contenido de las plataformas digitales. Hay expertos que aseguran que la pornografía que reside en Internet es más dañina que la prostitución.

La pornografía cosifica a las personas, las deshumaniza, es decir, son consideradas objetos para usar y aparcar, sobre todo a las mujeres a quienes se les ataca frontalmente en lugar de defenderlas, lo que es contrario a la defensa de la mujer de la que tanto se habla hoy en día. La pornografía denigra a la persona y no respeta su dignidad.

Actualmente, se está normalizando la pornografía, como parte de la actividad sexual, de tal manera que la gente habla de “mi porno” sin el menor reparo, como dice el sociólogo británico Frank Furedi. Se pretende normalizar, lo que no es normal, incluso a través de actores porno, también llamados “pornostars”, y así se presentan en programas dirigidos a los jóvenes, como por ejemplo “La Resistencia”. Ya hay estudios que revelan que la esperanza de vida de los actores “porno” es de unos 36 años. Muchos de ellos mueren por las drogas o las enfermedades de transmisión sexual o se acaban suicidando.

Además, está demostrado que la pornografía altera el funcionamiento cerebral y la conducta del que la consume igual que una droga. Como afirma Kevin Majeres, doctor y profesor en Harvard Medical School, el cerebro no distingue entre la imagen porno y la realidad. El deseo sexual del consumidor aumenta ante cada imagen en la que ve una nueva pareja.

El consumo de pornografía de los niños y jóvenes puede afectar el rendimiento escolar, favorecer el consumo de sustancias dañinas y sintomatologías depresivas, fomentar estilos de vida menos saludables y con más violencia, e impulsar el sexo de pago.

Muchas de las vidas de las personas enganchadas al “porno” están rotas y llenas de sufrimiento. Urge ayudarlas y protegerlas. La mayoría de los consumidores para desengancharse necesitan algún tipo de terapia, pero aun así no es fácil y suelen recaer. Lo triste, como señala Anna Plans en su libro “Respeta mi Sexualidad”, es que los niños empiezan a ver imágenes pornográficas a los 6 o 7 años y a los 12 años, muchos de ellos, están enganchados.

En la actualidad los chicos son más proclives al “porno” que las chicas, pero el porcentaje de éstas va en aumento. Según los datos del portal “Dale una vuelta” el porcentaje de los adolescentes-chicos que acceden a material pornográfico ronda el 93%, pero el de las chicas es del 62%. En el caso de los adultos, el porcentaje del consumo de los hombres alcanza el 80%, siendo la mitad el de las mujeres.

Los expertos señalan que la mayoría de las personas adictas a la pornografía suelen tener carencias afectivas. Aunque, el consumo de pornografía en Internet, tanto en jóvenes como en adultos, puede deberse también al excesivo tiempo libre, al aburrimiento, a la desmotivación o a la falta del verdadero sentido de su vida y a su fácil acceso en la red.

 

No hay que olvidar que el gran problema social que genera el consumo de pornografía está impulsado por la industria pornográfica, a la que solo le importa el ganar y ganar dinero. Podría decirse que la industria pornográfica comercia con carne humana. Algunos medios de comunicación recogen que la industria de la pornografía ingresa cada año más de 60.000 millones de dólares, y hay unos 15 millones las páginas web dedicadas a contenido “XXX”, muchas de las cuales son de pago o llevan publicidad. Hay cuentas en distintas redes que emulan el "mercado negro" de contenido pornográfico de menores.

Es una realidad que cada día acuden más personas a las consultas de psicólogos y psiquiatras para superar su adición a la pornografía, aunque todavía no sea considerada una patología psiquiátrica. Además, de lo ya apuntado, el consumo de pornografía debe ser rechazado porque provoca: violencia, corrupción de menores, abusos, daños morales, etc.

Estoy convencida de que los padres tienen que exigir a los poderes públicos que nos libre de esta lacra, a través de leyes o los medios necesarios, porque los hay, para proteger a sus hijos, niños y jóvenes, de la exposición temprana a la pornografía. En países, como Canadá, Francia e Inglaterra, ya se han tomado distintas medidas para que los niños y jóvenes no puedan acceder a sitios de “porno” a través de sus móviles. Ya existen iniciativas privadas, contrarias al consumo de pornografía, como la de los hoteles de la cadena Hilton que no ofrecen pornografía en los televisores de sus habitaciones.

Pero, sin ninguna duda, el primer medio de protección, como en muchos otros casos, debería ser la correcta educación sexual de los hijos por parte de los padres, sin olvidar una buena educación de los afectos y sentimientos. Intensificar la vida familiar sería un buen antídoto contra el consumo de pornografía.

Los colegios y asociaciones deberían colaborar, de forma subsidiaría, con los padres en la educación sexual de sus hijos. Aunque, en muchos centros educativos los programas formativos sobre sexualidad tienen una gran carga ideológica que no están evitando el consumo de pornografía, ni la hipersexualización, ni la disminución de las agresiones sexuales cometidas por adolescentes y jóvenes. En estos programas, se presta poca atención al desarrollo afectivo y saludable de los jóvenes como medio de prevención. Tampoco se hace hincapié en que comprendan el verdadero sentido de la sexualidad.

El mundo necesita personas libres, con corazones limpios y nobles, (…). Urge, como indicó Juan Pablo II, hacer una pedagogía sana de la sexualidad humana, contraria a la visión de la sexualidad como puro dominio sobre el otro.

Lamentablemente, el caso de las adolescentes de Almendralejo, Badajoz, ya se ha replicado en Ayamonte, Huelva, y, muy a nuestro pesar no será el último caso. Por esto, los padres deben estar alerta, denunciar y exigir leyes u otros medios que protejan a sus hijos.

Tomasa Calvo Sánchez

Catedrático de la Universidad de Alcalá

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