Amaral habla

Me fascina el mundo de los que huyen de la fama. Antihéroes convencidos. Ese tobogán por el que se deslizan muchos artistas cuando, de la noche a la mañana, chocan con una situación nueva e inesperada en sus vidas. Y en un suspiro, se acabó la paz. Me hace gracia encontrarme a ese grupo joven y desconocido, vestido de calle y con la mirada limpia, llamando fuerte e inútilmente a las puertas del “abismo discográfico”, con una gran sonrisa, y ver, por dentro de la puerta, al superventas, al grupo de éxito masivo y amplia popularidad, vestidos de forma extraña, y con los ojos rojos, intentando abandonar el barco desengañados. Unos anhelan todo cuanto los otros desean no tener.

En la subida hacia la fama brilla lo externo, la capacidad de gestión de uno mismo y, claro está, el talento personal. En la bajada de la fama brilla, sobre todo, el interior de la persona, la integridad, y la honestidad, es decir, todo aquello que hace que el talento resalte más y mejor. Algunos emplean el coloquialismo “autenticidad” para hablar de esto. Tonterías. Hay cosas que es mejor palparlas que leerlas. Si a todo esto le ponemos rostro, voz y biografía nos entenderemos mejor, así que piensen que les voy a hablar de Amaral y acertarán.

Esto, contado así, no sucede nunca. En el mundo real nadie es tan inconsciente como para llamar alegre e insistentemente a esa puerta como si al otro lado esperase el País de las Maravillas, ni nadie es tan alternativo como para querer bajarse del barco de oro y rebozarse de nuevo en un mar de carencias así porque sí, sin más.

Hace unos días, me enteré de que Amaral –ese estupendo dúo formado por Eva Amaral y Juan Aguirre-, uno de los grandes superventas españoles de los últimos años, “rompería su silencio” muy pronto en una revista musical –ahora existente sólo en versión digital- llamada Efe Eme.Desde que decidieron abandonar Zaragoza y trasladarse a Madrid han sufrido una salvaje salida del anonimato, y una ristra de enormes éxitos enlazados. El gran sueño, pero a toda velocidad. Y no ha sido, como en otros casos, sólo por una buena gestión discográfica o por casualidad. Ha sido por méritos propios. La voz de Amaral parece de otro mundo. Las composiciones del dúo son un acierto tras otro. Sus discos están cargados de detalles de calidad: desde la producción, hasta los arreglos, pasando por las letras, la interpretación y todo aquello en lo que uno pueda detenerse a inspeccionar. Son buena gente y procuran no insultar ni tomar el pelo a su público, como hacen otros, y mostrarse con naturalidad incluso en grandes recintos. Tienen un directo maravilloso, que se ve reforzado por su actitud sobre el escenario y por su repertorio de gran popularidad. Todo esto son, eso, méritos propios.

Pero la fama sienta como un guantazo. El éxito, cuando llega así, cuando uno ni lo quiere ni lo desprecia, puede resultar muy molesto. Ellos han viajado desde el 97 a toda velocidad. Sin tiempo para respirar. Sólo tocar, componer, promocionar, recibir aplausos y dar explicaciones. Rápido. Con grandes responsabilidades detrás. Con mucho dinero invertido en su talento. Quizá, más del que desearían. Con mucha presión y exigencia. Y teniendo que mantener la sonrisa, la paciencia y la compostura todos los días. Y haciendo malabarismos para no dejar nunca de ser personas normales.

Quizá por eso -y por otras razones que han explicado en detalle en efeeme.com-, Amaral decidió tomarse un año de reflexión. Por el medio, Eva Amaral sufrió la dolorosa pérdida de su madre, sumando más tristeza al cansancio de todos estos años tan felices y tan duros al mismo tiempo.

Cuando un grupo ha descubierto la fórmula del éxito y, sin embargo, renuncia a ella para no perder ni un punto de frescura, para no dejar de investigar, de sorprenderse, y reinventarse en su trabajo, cuenta con todas mis simpatías y, lo que es más importante, cuenta con el respeto y respaldo del público.

Han pasado tres días desde que Amaral ha concedido la que a mi juicio es la entrevista exclusiva más importante de su carrera y una de las más relevantes de la historia de la música reciente. Ningún medio de comunicación –salvo Popes80.com- escrito, convencional o digital ha recogido ni una sola palabra sobre este asunto. Esto demuestra que hay mucho merluzo y mucho indolente en las secciones de cultura, música y cachondeo de la prensa española. Lo digo porque si mañana, entre el lujo, el glamour y el esplendor de un concierto, ventosea de mala forma Paca la del Corral, novia de algún torero, cientos de periodistas captarán y publicarán la instantánea en pocos minutos.

Al margen de la lamentable situación de la información musical en la prensa convencional, los fans de Amaral deberían sentirse orgullosos de Juan y Eva, y ahora también de la revista Efe Eme que ha hecho un gran trabajo. Esperemos, en 2008, el nuevo disco de Amaral. Otro éxito seguro.

 
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