Barack Obama, Cuba y Estados Unidos

La nominación de Barack Obama como candidato a presidente de Estados Unidos en la próxima convención del Partido Demócrata a celebrarse a fines de este mes de agosto, en Denver, Colorado, constituye un relevante hecho histórico. Por primera vez, un afro-americano ocupará semejante distinción, hecho impensable algunos años atrás en un país lastrado  por profundos prejuicios racistas.

El mérito del Sr. Obama es muy grande. La capacidad demostrada desde su época de estudiante universitario y la voluntad e inteligencia desplegadas durante las primarias, indican que posee todas las condiciones para ser presidente de la nación más poderosa del mundo. Sin embargo, la verdadera victoria es del pueblo norteamericano y sobre todo de sus jóvenes, blancos y negros, que apartándose de anticientíficos y absurdos conceptos raciales han sabido unirse y escoger al ser humano responsable y reflexivo, lo cual indica un cambio trascendental en el lugar más importante: la conciencia de los ciudadanos. La victoria del Senador de Illinois constituye el triunfo de la racionalidad contra las ideas preconcebidas; el triunfo del futuro sobre el pasado. 

Para los cubanos, orgullosos de nuestras raíces ibéricas y africanas, la nominación del Senador Obama, y su eventual triunfo en las elecciones de noviembre, resultan eventos alentadores. Su promesa de suprimir las limitaciones a los cubano-americanos de viajar a la Isla y el envío de remesas a los familiares representa una gran esperanza para fortalecer la unidad nacional, tan necesaria en estos momentos. Además del gran contenido humanitario de estas medidas, podrían incrementar la influencia de las ideas democráticas en un país dominado por el totalitarismo durante casi 50 años.

Asimismo, la intención de desarrollar una política más flexible y creativa hacia Cuba, en la cual la diplomacia juegue un papel más dinámico, incluida la posibilidad de establecer contactos entre su Administración y el gobierno cubano, ayudaría a reducir la crispación entre ambas riberas del Estrecho de la Florida, elemento tradicionalmente bien aprovechado por los elementos más extremistas entre las autoridades de La Habana. No por casualidad, el fuerte ataque a sus propuestas formuladas el 23 de mayo en ocasión de su visita a Miami por Fidel Castro, al indicar que ¨el discurso del candidato Obama se puede traducir en una fórmula de hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo sustenta.¨

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Con posterioridad a estos criterios del mayor de los Castro, otros altos dirigentes del gobierno cubano han expresado su preocupación sobre las intenciones de Barack Obama. Es el caso del Sr. Armando Hart Dávalos, ideólogo del Partido Comunista, quien ha llamado a prepararse ante el inminente peligro de su victoria y la posible llegada de cientos de miles de cubano-americanos con una considerable influencia política, cuando la crisis nacional se profundiza. Estos personajes recuerdan los problemas ocasionados por la llegada masiva de emigrados cubanos en 1979, en momentos que el régimen estaba en mejores condiciones de enfrentar el impacto.

Para las personas más recalcitrantes del régimen representa un crimen la posibilidad de unión entre los cubanos, y están preocupados ante la alternativa del fin de políticas norteamericanas que han servido de excelentes coartadas para encubrir el desastre nacional y la represión contra la ciudadanía.

Lamentablemente, no puede afirmarse lo mismo sobre las propuestas del candidato republicano, el Sr. John McCain, quien en una visita a la Florida en mayo prometió, si triunfa en las elecciones, proseguir con las viejas y fracasadas políticas para Cuba, sólo efectivas en 50 años de aplicación para apuntalar al totalitarismo en la Isla. 

La inflexibilidad mostrada por el Senador de Arizona, quizás más por razones electorales que por convicciones propias, es providencial para los sectores inmovilistas. El clima de confrontación y odio contra un supuesto enemigo externo es oxígeno para ellos, mucho más ahora que se acrecientan las presiones en toda la sociedad, incluidos el partido comunista y el gobierno, por cambios estructurales y de conceptos tal como definiera el General Raúl Castro en su discurso del 26 de julio de 2007.

 

Para Estados Unidos un eventual triunfo del Sr. Obama en las próximas elecciones presidenciales sería muy positivo. Este gran país también necesita cambios. La cantidad de asuntos por resolver es numerosa, desde guerras innecesarias, problemas sociales como la carencia de seguro social para millones de norteamericanos, riesgos medio ambientales, así como la coyuntura económica muy desfavorable. Ese país requiere una nueva imagen internacional, lo que podría lograr el Senador Obama.

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Estados Unidos deberá fortalecer su presencia en el mundo no apoyada por su indudable poderío militar, sino en su colosal arsenal de ideas democráticas, valores espirituales y desarrollo tecnológico. La historia norteamericana ha demostrado en diversas ocasiones salir más fuerte de los grandes desafíos que ha afrontado. Así fue cuando la cruenta Guerra de Secesión, la Gran Depresión de 1929, el problemático comienzo en la II Guerra Mundial, su derrota en Viet Nam y los conflictos raciales.

En esas oportunidades surgieron líderes capaces como Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt, Elenor Roosevelt, John F. Kennedy y Martin Luther King Jr. Ante los nuevos retos es probable que Barack Obama, sea quien en el Siglo XXI haga el cambio en beneficio de su nación y todo el mundo.

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