A Chabrol también le embriaga el poder

A la orilla oeste del Sena, tras su paso por París, se levanta “La Défense ”, el centro neurálgico económico de la capital francesa. Desde este apéndice parisino se puede contemplar toda la ciudad. De izquierda a derecha: el Sacre-Coeur , el Arco del Triunfo , la Torre Eiffel , la Torre Montparnasse y el Bois de Boulogne . Aquí se concentran las sedes de 1.500 empresas y trabajan 150.000 personas. El barrio es también una gran aventura arquitectónica con sus torres gigantescas de acero, cemento y cristal anacarado sobre las que desfilan algunos de los más bellos paisajes de nubes que se pueden contemplar en París. La Défense es uno de los escenarios elegidos por Claude Chabrol para rodar su última película, “L’ivresse du pouvoir”, que podría traducirse como “La embriaguez del poder ”, una tentación a la que según el cineasta nadie puede resistir. La historia está basada en la instrucción del escándalo que envolvió a la petrolera Elf en los años 90. Aunque en ningún momento se citan nombres, no resulta difícil reconocer a la juez Eva Joly en Jeanne Charmant-Killman (véase el depredador apellido elegido por Chabrol para la juez: “Encantadora-Matadora de Hombres”) o al antiguo presidente de Elf, Loïck Le Floch-Prigent , en Humeau. Para alguien ajeno a los vaivenes político-juridico-económicos de la petrolera, la película se reducirá al trabajo bien cincelado de Isabelle Huppert en el papel de instructora decidida a acabar con la cúpula de un grupo industrial, y atrapada en su propia trampa; y al de François Berléand , en el de magnate despojado de todos sus atributos de poder, a la merced de las humillaciones impuestas por una juez fría y casi inhumana. Todo ello trufado del sarcasmo pertinente a lo Chabrol. Pero cuando Humeau es llevado a prisión y recibe la orden de quitarse los pantalones mientras el director realiza un primer plano sobre sus calzoncillos de dibujos, una tiene la sensación de que Chabrol podría haber ahorrado esta humillación al antiguo dirigente de Elf. Y cuando el marido de la juez se tira por una ventana, evocando así el suicidio del marido de la juez Eva Joly, la frase con la que comienza la película “todo parecido con personajes conocidos es, como dicen, fortuito...”, da la nota del cinismo con el que Chabrol trata este tema.

 
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