Cipayismo e indignidad en Cuba

Dos actividades han sido básicas para los regímenes totalitarios: la represión y la propaganda. Siempre coordinadas y complementadas para sostener el poder absoluto. Hitler, Mussolini y Stalin fueron maestros en la tergiversación de la realidad y la divulgación de falsedades. El primero creó un ministerio a cargo de Joseph Goebbels con la máxima de que “una mentira repetida muchas veces, se convertía en verdad”.

En Cuba, Machado, Batista y sobre todo el castrato, han utilizado ampliamente el mecanismo de la desinformación. El régimen actual, durante 51 años, ha convertido en arte la falsificación y las estafas ideológicas. Se añadió el deseo enfermizo de la alta dirección de atribuirse méritos inexistentes y una inmerecida gloria, incluso más allá de nuestra pequeña isla.

Para ello han constituido un inmenso y costoso aparato propagandístico, compuesto de genuflexos periodistas, deshonestos profesionales y mezquinos intelectuales, por lo regular mediocres, que por defender sus egoístas intereses han sido capaces de justificar hasta lo injustificable, para abyectamente ascender sin talento ni méritos.

Es una vergüenza lo que se expone en las Mesas Redondas de la televisión, rechazadas por la mayoría del pueblo, donde periodistas a la altura de Otto Meruelo, famoso vocero del batistato, ocultan y tergiversan los hechos, en compañía de pseudo académicos que se empeñan en manipular los problemas existentes en Europa y Estados Unidos, procurando justificar e ignorar el desastre nacional provocado por un sistema disfuncional falsamente autotitulado de socialista. Resulta deplorable ver reconocidos profesores, transformados en funcionarios-alabarderos, dar una versión torcida del problema racial cubano actual sin ir a su génesis: la crisis general de la sociedad que hoy empuja perversamente a la miseria, la desesperación y la marginalidad a todos los cubanos, en particular aquellos que por injustas razones históricas constituyen la mayoría del sector más humilde y desvalido de la ciudadanía.  

De igual forma, todos los años se realiza en La Habana una conferencia de economistas y otros estudiosos para analizar los problemas de la globalización y la crisis económica internacional,   donde sólo se tratan los problemas de otros países, pero se ignora el drama nacional en continuo agravamiento. A este fraudulento evento son invitados reiteradamente conocidos charlatanes extranjeros que, con sus gastados argumentos y repetidas sandeces, vienen a hacer turismo político a Cuba con gastos pagados.

Paralelamente, los órganos represivos, armados con las experiencias de otros regímenes totalitarios, utilizan tácticas sinuosas para engañar a la opinión pública internacional y dar la sensación de falsas aperturas. Para eso crean publicaciones, como es el caso de Temas, dirigida por un personaje   que continuamente se dedica a justificar la represión más extrema contra pacíficas personas que actualmente cumplen largas condenas en las cárceles cubanas. Ciertamente, en esas revistas también escriben personas honestas que, quizás engañadas, no tienen otra opción para dar a conocer sus ideas.

En un país donde existe un control absoluto sobre los medios de comunicación social desde el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista, y la población no tiene acceso a Internet, la información está estrechamente dirigida hacia los objetivos seleccionados por los mecanismos represivos del régimen. Antes de iniciar las asonadas represivas se realizan campañas para crear estados de opinión y fomentar el terror entre el pueblo, al que hacen saber que cada ciudadano puede ser perseguido. 

En todo este entramado juegan un papel importante determinadas personalidades vinculadas al mundo de la cultura. Algunas, con real valor y prestigio internacional, son utilizadas en determinados momentos para brindar una imagen maquillada del régimen. Un ejemplo es el “Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos”, suscrito por 26 artistas e intelectuales el 19 de abril de 2003, destinado a justificar durante la Primera Negra los arrestos de 75 personas pacíficas que procuraban ejercer su derecho a la libre expresión, y el fusilamiento de tres jóvenes negros por haber cometido el error de secuestrar un barco sin que ocurrieran hechos de sangre, lo que ha sido calificado como “medida ejemplarizante” por voceros oficiales. Con ese documento se pretendía acallar la repulsa y las protestas de intelectuales en el mundo.

Los motivos de la actuación de esas personas podrían deberse al oportunismo, la indignidad y la falta de honorabilidad; sin descartar el chantaje por la Seguridad del Estado, siempre atenta a las “debilidades humanas”. Varias son figuras reconocidas internacionalmente, por lo que sus altos ingresos en divisas les permiten vivir con elevados niveles de vida en el marco de la pobreza generalizada de Cuba, en mansiones lujosas, con posibilidades de viajar fuera cada vez que desean, autos modernos y costosos. Siempre mimados al detalle por el totalitarismo con privilegios, premios y homenajes.

 

En el caso de quienes poseen verdadera calidad artística e intelectual no deberán desconocerse nunca, a pesar de sus conductas anti-nacionales, pues lo contrario sería asumir la misma actitud discriminatoria del régimen hacia glorias de la cultura cubana como Celia Cruz, Bebo Valdés, Guillermo Cabrera Infante, Paquito D’Rivera, Willy Chirino, Gloria Estefan, Albita y muchos otros compatriotas dignos que optaron por el exilio antes de humillarse y vivir de rodillas. No obstante, la actitud de respaldar los crueles desmanes del totalitarismo y contribuir a su sustentación los ha marcado de forma indeleble. Junto a sus innegables dotes, serán recordados también como egoístas que por defender sus mezquinos intereses escogieron estar con el totalitarismo, contra la nación cubana.  

Comentarios