Convicciones reflejas del PSC

El PSC pretende concluir la mojiganga que ha sido la elaboración del Estatuto con un llamamiento al voto afirmativo en el que resuena de nuevo el gruñido del dóberman: «El PP usará tu “no” contra Cataluña». Para que se entienda: «Incauto simpatizante de Esquerra que te dejas llevar por la insensata postura oficial de tu partido, piensa que al depositar el “no” en la urna por ya ves tú qué fruslerías, vas a robustecer a la quinta columna centralista y opresora». La simpleza falaz del mensaje subyacente es de aúpa, pero quizá cumpla con su cometido de movilizar a quienes se creen precisamente las simplezas falaces del independentismo. En fin, que para que eche a andar la burra no hace falta recitarle los hexámetros de Hesíodo.   Ahora bien, la posible eficacia de este eslogan no quita para que sea, digamos, un poco descortés. Recuerda a los anuncios publicitarios que citan directamente una marca de la competencia para denunciar su calidad escasa, porque el producto que ofrecen es en teoría mucho mejor. No es ésta la primera vez que el PSC incurre en feo vicio de la mención expresa del contrincante (por cierto, siempre del mismo, como si sólo hubiera uno). En la precampaña de las generales de 2004, lanzó la frase: «Si tú quieres, derrotaremos al PP». Entonces aún podría llegar a entenderse el celo mordiente del partido catalán, porque el PP estaba en el poder con una sólida mayoría absoluta, pero ¿ahora?   Aparte de la descortesía, que al fin y al cabo es un demérito relativo –hay gentes rudas y maleducadas con muy buen fondo–, lo que delata esta campaña para atraer el apoyo al Estatuto son dos dolencias que el PSC debería hacerse mirar. Por una parte, la percepción distorsionada a más no poder de la realidad circundante, pues no hay ni un solo indicio según el cual la postura del PP, basada en la solidaridad y las libertades, vaya en contra de Cataluña. Ahora ya sí puede constatarse, sin lugar a la duda, que el socialismo catalán se ha pasado con armas y bagajes al axioma nacionalista que distingue entre buenos y malos ciudadanos –con respectivos buenos y malos intereses– conforme a su aceptación o rechazo de las imposiciones de la tribu.   El segundo mal que debería tratarse el PSC es su astenia en las convicciones. Si cada vez que hace un pronunciamiento ha de mirar a su diestra con ánimo medroso disfrazado de superioridad, algo falla en su vigor político. Lo cierto es que semejante desmayo se entiende bien en un caso como el del Estatuto. Llevar el peso de negociaciones absurdas con socios problemáticos y terminar redactando un texto descabellado es para marear a cualquiera. Que salga «no» en el referéndum del 18 de junio y que lo utilice el PP por el bien de Cataluña y de España entera. Además, sería bueno para el propio PSC. Si Rajoy llegase a ganar las próximas elecciones, ¿no podrían alentar su convicción refleja de que «contra la derecha vivimos mejor»?

 
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