Doce años sin Miguel Ángel Blanco

El pasado día 12 se cumplió el duodécimo aniversario del asesinato a cámara lenta por parte del ETA, del joven concejal del PP de la localidad vizcaína de Ermua, Miguel Ángel Blanco. Un atentado, que por su brutalidad y alevosía, conmocionó a toda España e hizo que muchos compatriotas, incluidos una mayoría de vascos, salieran a la calle para gritar muy alto y muy claro, ¡Basta ya!, dando origen a lo que se vino en denominar el “espíritu de Ermua”. En aquel momento empezó la “rebelión cívica” en apoyo de las víctimas del terrorismo.

Doce años después, algunas cosas han cambiado para bien en el País Vasco. En la actualidad, hay un lehendakari no nacionalista, Patxi López, que en sus primeros pasos, tanto en las palabras como en los hechos, ha dejado claro que su prioridad es acabar con esa lacra y esa pesadilla que es ETA. Cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco, el entonces lehendakari, el nacionalista José Antonio Ardanza, hizo un discurso durísimo contra Batasuna, acusándoles, al no condenarlo, de ser cómplices de aquel atentado. Pero aquello duró poco, porque el partido de Ardanza, el PNV, se asustó de la marea social que se produjo tras el atentado y en lugar de mantenerse junto a los demócratas, se fue a negociar con ETA lo que luego acabó siendo el Pacto de Estella.

Otro cambio sustancial que se ha producido doce años después, y que además tiene una especialísima carga emotiva y simbólica, es que quien preside actualmente la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco es, ni más ni menos, que la hermana de Miguel Ángel, Mari Mar Blanco.  Algo que supone un motivo de orgullo para todas las víctimas del terrorismo que de esa manera ven también que se repara la afrenta que se les hizo hace años, cuando se permitió que el dirigente de ETA, Josu Ternera, formara parte de la citada Comisión, como parlamentario vasco de Batasuna. Mari Mar Blanco y sus padres, tienen que sentirse especialmente orgullosos de poder mantener viva de esa manera la memoria, tanto de su hijo y hermano como del resto de víctimas del terrorismo.

Pero doce años después, todavía queda camino por recorrer para acabar con ETA y recuperar la libertad para todos los vascos. Después de los retrocesos sufridos la legislatura pasada, debido al empecinamiento de Zapatero en llevar a cabo un proceso de negociación política con la banda que acabó como acabó, ahora se ha vuelto a recuperar la senda correcta, que no es otra que la de buscar la derrota de ETA aplicando para ese objetivo todos los instrumentos que tiene el Estado de Derecho: la policía, los jueces, el aislamiento social, la cooperación internacional.

Sin esa rémora en la lucha antiterrorista que suponía la presencia del PNV en el Gobierno Vasco con sus “monaguillos” de EA e IU; con una Policía Autónoma Vasca recibiendo instrucciones claras y contundentes de perseguir y detener a los terroristas y cómplices de ETA; con una sociedad vasca, mayoritariamente hastiada de tanta violencia; con una unidad entre los dos grandes partidos nacionales, recuperada tras la “aventura” de Zapatero y su mal llamado “proceso de paz” de la pasada legislatura; con una Guardia Civil y un Cuerpo Nacional de Policía con un alto grado de eficacia en su trabajo; si hasta alguien tan contemporizador con el PNV y partidario durante muchos años de la negociación con ETA como el periodista Iñaki Gabilondo ha confesado en público que Aznar tenía razón al aplicar la política antiterrorista que aplicó durante los ocho años que fue Presidente del Gobierno, parece evidente que hay motivos para pensar que la derrota de ETA es posible y que se puede lograr, lo que no quiere decir que la banda terrorista pueda seguir causando dolor y muerte, como sucedió con el asesinato de hace unas semanas del Inspector de Policía, Eduardo Puelles.

Pero lo que tiene que quedar muy claro es que hasta que se consiga ese anhelado final de ETA y. con mucho mas motivo, después de que se consiga, la Memoria de personas como Miguel Ángel Blanco tendrá que permanecer para siempre en el imaginario colectivo de todos los españoles. Ellas, las víctimas del terrorismo, como acertadamente dijo el hermano de Eduardo Puelles, son nuestros héroes. Y nunca podremos ni deberemos olvidarlos.

 
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