Donald Rumsfeld asumiendo el papel de serpiente tentadora

La vida política contemporánea a veces ofrece tramas auténticamente bíblicas. Por ejemplo, hace unos días el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, intentó sugerirle a su homólogo ruso, Serguey Ivanov, una idea comparable a aquella manzana fatal que la serpiente tentadora ofreciera a Eva.   Rumsfeld, bajo un pretexto muy noble: aumentar la eficacia de la lucha contra el terrorismo internacional, propuso a Rusia que apoyara la propuesta estadounidense de emplear misiles balísticos intercontinentales, suplantando su carga nuclear por una convencional, para golpear cuando menester fuera a los terroristas.   Ivanov rechazó cortésmente la manzana ofrecida, alegando que tales planes suscitan preguntas en Rusia.   Rumsfeld se amargó, pero no perdió la esperanza de obtener la aceptación de su plan. “EEUU examina la posibilidad de retirar ojivas nucleares de varios misiles balísticos intercontinentales y sustituirlas por convencionales. Quisiéramos que Rusia procediera del mismo modo”, dijo. Según el Secretario de Defensa, la necesidad de emplear tales misiles para prevenir la amenaza terrorista puede surgir en los próximos 5-10 años.   Verdad que Rumsfeld no fue el primero en anunciar tal plan, antes lo hicieron dos ex secretarios de Defensa. Hace unos meses, Harold Brown y James Schlessinger explicaron en The Washington Post en qué consisten las ventajas de esa idea. Bastará con recibir información sobre una base terrorista, incluidas sus coordenadas, y en pocos minutos se le podrá asestar un golpe demoledor. No hará falta hacer volar bombarderos ni acercar escuadrillas de aviones ni flotillas de submarinos a las costas del país donde tal grupo actúe: todo se realizará rápidamente y con la máxima precisión.   Para empezar, se propone hacer tal sustitución en misiles balísticos de los submarinos atómicos Trident II D5, provistos de ojivas con cabezas múltiples de guiado individual.   ¿Por qué Ivanov no quiso aceptar una manzana tan apetitosa? Porque el remedio puede resultar más nocivo que el propio mal.   Primero. Las cabezas no nucleares de guiado individual de los misiles balísticos intercontinentales son el mejor recurso para enmascarar los bloques nucleares. Si EEUU o Rusia lanzan tal misil, nadie podrá saber a ciencia cierta qué carga —nuclear o convencional— porta. Es fácil imaginar las consecuencias. Por supuesto, Moscú y Washington han recorrido un largo camino desde la época de la guerra fría, pero no conviene someter a demasiadas pruebas la confianza que una parte deposita en la otra. La gente no tiene nervios de acero. El propio “hardware” puede registrar fallos. ¿Y si un misil balístico se desvía y toma rumbo hacia ciudades rusas o americanas sin que sea posible neutralizarlo desde tierra? ¿Podrá ayudar en tal caso un juramento hecho por teléfono de que se trata de un error?   El segundo inconveniente radica en que semejante armamento escapa al control sobre el armamento estratégico ofensivo. EEUU podría declarar que un determinado número de sus submarinos transportan misiles con ojivas convencionales, sin que nadie pueda verificarlo. Rusia no tendría la seguridad de que el 31 de diciembre de 2012, fecha en que las partes deben conservar “sólo” de 1.700 a 2.200 bloques nucleares desplegados, EEUU dispondría realmente del número acordado de ojivas y no escondería una importante reserva complementaria bajo la apariencia de ojivas “no nucleares”. Está claro que es preferible dar pasos hacia el fortalecimiento de la confianza mutua, y no otros orientados a minarla.   Tercero. Incluso si aceptamos que un misil intercontinental “antiterrorista” lleva una carga convencional, se tratará de un arma superpotente, pues en otro caso no vale la pena lanzarlo. ¿En qué blanco va a dar? Pues es sabido que los terroristas prefieren estar lo más cerca posible de los civiles. Puede tratarse de un dique, cuya destrucción provocaría numerosas pérdidas entre la población civil, una central nuclear o unos almacenes de combustible, lo que causaría una colosal catástrofe ecológica. Y existen incontables variedades de blancos.   Y por último, no es necesario ser un gran experto en la lucha antiterrorista para comprender que lo que de verdad necesita la comunidad internacional para hacer frente al terrorismo es unidad, un mayor acceso a información sobre el adversario y un Derecho Internacional bien redactado. También es necesario disponer, por supuesto, de eficaces armas tácticas que permitan asestar golpes con la máxima precisión, para garantizar la vida a la población civil.   O sea que la manzana que se le ofreció a Rusia estaba algo podrida. Fue por eso por lo que el ministro Ivanov se negó a aceptarla de un modo cortés.

 
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