Cuando ETA asesina a uno de tus lectores

Estoy seguro de que el periodismo es la profesión más bella del mundo. Quizás porque los informadores somos los depositarios de un derecho esencial de los ciudadanos, el de la información, y debemos encargarnos de gestionarlo, simplemente, como meros observadores de la realidad. Ver, escribir y callar.

Esta característica esencial en la profesión provoca que entre el lector y el periodista exista una especial sintonía. El lector busca una firma, un enfoque o una manera de presentar las noticias determinada, mientras el redactor espera del lector fidelidad y crítica constructiva a su trabajo. Internet y las posibilidades que ofrece la Red han hecho que este binomio redactor-lector sea todavía más intenso.

He de reconocer que los periodistas tenemos la deformación profesional, algunos lo llaman curiosidad, de saber qué opinarán el resto de nuestras informaciones.

En algunas ocasiones, establecemos una sintonía más íntima con nuestros lectores: te recomiendan, te critican, te abroncan o te felicitan por tu trabajo. Son, sin duda, momentos que compartes con los tuyos y de los que hablas en las reuniones de amigos.

Los lectores se llegan a convertir en parte esencial de tu trabajo: vives por y para ellos. Nada tendría sentido sin su existencia y lealtad. Son como la ‘pequeña familia’ del periodista.

Y se preguntarán, ¿a qué viene todo esto? Muy sencillo: me cuenta un amigo que Eduardo Antonio Puelles García, la última víctima de ETA, leía El Confidencial Digital. Al menos, alguna vez lo leyó o se interesó por alguna información. Esa frase me conmovió.

Que la banda terrorista asesine cruelmente a una persona me indigna. Pero, en esta ocasión, la cercanía, ustedes comprenderán, era mucho mayor. Reconozco que me emocionó la confesión de mi amigo y las imágenes del entierro el inspector, con agentes de los tres cuerpos policiales (Policía Nacional, Guardia Civil y Ertzaintza) portando el féretro. Y qué decir de las palabras de su viuda, mientras le despedía, susurrando: “Te amo, te amo mi amor, te amaré hasta la muerte”.

Dicen los expertos que ETA está débil, que está muerta, que no tiene capacidad operativa… Pero como ha quedado demostrado el viernes, ETA está. Todos somos objetivos de los terroristas. Y, mientras no se acabe esta lacra, no pararemos de pedir a los políticos que acaben con esta banda de pistoleros. Es nuestro derecho y deber.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato