Gregorio Ordóñez

Se cumple estos días el décimo aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez. Con este motivo, la Fundación que lleva su nombre ha organizado una serie de actos en San Sebastián y en Madrid (Círculo de Bellas Artes) y recuerda que, "a más tiempo transcurrido desde el asesinato, más sentido tienen este tipo de iniciativas, para poder trasladar a la sociedad los valores adecuados para que tragedias así no vuelvan a repetirse jamás y para recordar a aquellas víctimas que, como Gregorio Ordóñez, han sido asesinadas por exponer un ideario político y ostentar una representación ciudadana que la banda terrorista ETA ha tratado de exterminar" .

En realidad, nadie es asesinado por sus ideas, sino por las ideas de su asesino. Las ideas, los pensamientos y sobre todo, la voluntad de escoger una mirada propia sobre el mundo, la voluntad de odiar o perdonar, pertenecen al ámbito de la libertad interior de cada individuo. Nadie puede arrebatarlas. La certeza de la propia libertad interior hace que, en muchas ocasiones, nos acurruquemos en esos recintos internos, introvertidos y aislados de nuestra conciencia individual, como si el saloncito de nuestra casa fuera el único espacio de libertad posible, el único ámbito en el que pudiéramos manifestarnos como somos, lo que somos.

Pero a las tiranías no les basta con silenciar a sus súbditos: necesitan también su adhesión explícita. Las tiranías son excluyentes. Empiezan por establecer espacios cada vez más privados, cada vez más ocultos, cada vez más cerrados para el ejercicio de la libertad de conciencia, y terminan exigiendo apoyos públicos y declaraciones de apostasía. El acto final es el exterminio de aquel que decide no dejar de ser un hombre libre. A Goyo no le asesinaron por sus ideas, sino por su integridad personal y porque esa integridad arrastraba a muchos. Nada teme más el tirano que a los hombres íntegros, que se convierten inmediatamente en ejemplo para los demás.

Goyo fue asesinado un 23 de enero, víspera de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Gregorio Ordóñez era periodista, aunque su actividad política anuló pronto otras ocupaciones profesionales. Este año se cumplen también los 25 años de la VI Promoción de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra, de la que Goyo formó parte junto con otros 86 compañeros.

Nuestra promoción llegó a la Universidad en 1976, cuando en España arrancaba un proceso de cambio político y social de dimensiones tan extraordinarias que sólo la mera posibilidad de poner en riesgo todo lo conseguido entonces, suscita actualmente desasosiego en muchos de nosotros. Vivimos las primeras elecciones, las primeras pegadas de carteles, los primeros debates libres entre idearios políticos enfrentados y las primeras victorias y derrotas electorales. Vivimos también el temor a la involución el 23-F y la recuperación de la normalidad. Todo ello desde el contexto de nuestra propia realidad de estudiantes que dedicábamos aquellos años únicos a reflexionar sobre la libertad de expresión y sobre nuestra futura misión de periodistas al servicio de los ciudadanos y del derecho de éstos a la información en una sociedad libre. El tipo de sociedad a cuya defensa consagró Goyo todo su esfuerzo y su palabra. Tiene razón la Fundación Gregorio Ordóñez: cuanto más tiempo pasa, más necesario es recordar a personas como él.

 
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