Jordi Sevilla, aventajado alumno de Benedicto XVI

Paseando por las páginas de El País me encontré con una tribuna de opinión en la que el autor criticaba el subjetivismo, el perspectivismo y otros “ismos” similares. Lo primero que me vino a la mente fue la polémica homilía de Benedicto XVI -que pronunció recién elegido Papa- en la que atacaba duramente el relativismo. Como era de esperar y merecer, los medios de comunicación se le tiraron encima acusándole de integrismo y dogmatismo. Paseando por las páginas de El País me encontré con una tribuna de opinión que criticaba afirmaciones como esta: “La verdad no existe. Sólo hay puntos de vista, todos ellos igualmente legítimos. El subjetivismo y el perspectivismo son conocidos en la filosofía...”. Lo primero que me vino a la mente fue pensar que el Papa, el casi Cardenal Cañizares o algún dogmático intelectual de la derecha se había colado en la cabecera de Prisa. ¡Vaya gol les han metido!, pensé. Pues no eran ni la Iglesia ni la derecha integrista las autoras de la tribuna. Miré la firma y se trataba de Jordi Sevilla. “¡Qué indignación! —me dije- lo ha dicho un ministro socialista”. A primera vista no tenía mayor importancia, todos tenemos derecho a equivocarnos. Mi profunda preocupación advino cuando caí en la cuenta del influjo del ministro de Administraciones Públicas sobre el Presidente. Su condición de profesor particular de Rodríguez Zapatero me quitó el sueño. Si el castellonense fue capaz de enseñarle los secretos de la economía en dos tardes, ¿qué no podría hacer en tres con la gnoseología? Han pasado los días pero sigue mi angustia por la versión de la Teoría del Conocimiento que asume como suya Jordi Sevilla. Pensé que ya no había aristotélico-tomistas a estas alturas del siglo XXI, y menos en las filas progresistas. Releí la tribuna y descubrí nuevos recovecos medievalistas en el pensamiento del ministro. Acusaba al movimiento radical conservador norteamericano de ser heredero “de los filósofos posmodernos del pensamiento débil” y “de la crítica a los grandes relatos explicativos de la historia”. ¡Y yo que pensaba que los filósofos posmodernos y los críticos de los macrorrelatos explicativos de la historia eran los que habían liberado a Occidente de los dogmas! Me sentí fatal. Yo, seguidor de estos “maestros de la sospecha” resultaba ser un “neocon”. Si como afirma Jordi Sevilla existe una verdad, todos los puntos de vista no son igualmente legítimos, en definitiva, si la realidad no es subjetiva... ¿No se hunden todos los presupuestos e hipótesis asumidas como válidas sobre las que hemos construido nuestra sociedad postmoderna? ¿Echará por tierra el ministro, por ejemplo, los nuevos conceptos de matrimonio y familia que tantos años de lucha nos ha costado conquistar a los detractores de dogmatismos, verdades únicas y conceptos tradicionales inamovibles?

 
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