Kroes vs. Zapatero

Mi primera intención era escribir hoy sobre la desbrujulada CEOE y su errática ejecutoria desde la despedida de José María Cuevas, un palentino que parecía catalán, de los de antes, de los del sentido común. Pero como CEOE anda hoy enmadejada en los estertores de la campaña electoral, lo dejaré en favor de comentar la sentencia del Tribunal Europeo por la cual se condena al Gobierno de España a retirar las condiciones impuestas a la alemana E.On en su fenecida OPA sobre Endesa. Tiene miga.

El Tribunal Europeo censura en primer lugar una práctica muy española (sobre todo en los dos últimos cuatrienios, uno del PP y otro del PSOE en el poder) de las legislaciones ad hoc. Las leyes con nombre propio y a veces hasta con apellido son repudiadas por el Tribunal, lo cual es jurisprudencialmente muy importante. Aznar y Zapatero hicieron leyes anti E.On (sólo se ponen de acuerdo para el mangoneo). Esta práctica es repudiable por la inseguridad jurídica que introduce.

Y, a correo seguido, el Tribunal de Luxemburgo entra en materia considerando que las exigencias a la eléctrica alemana de una determinada estrategia empresarial menoscaban la libertad de decisión en la gestión y, además, se plantean con el objeto explícito de desanimar su inversión, contraviniendo la libertad de movimiento de capitales y las normas de competencia europeas.

Los argumentos del Gobierno español ante la instancia judicial fueron tan groseros y torpes como que la compra de carbón nacional o mantener la marca durante cinco años ( dos de las exigencias) afectaran en manera alguna a la seguridad del suministro, que es al cabo ardiendo al que se agarró el Gobierno para justificar sus maniobras.

La respuesta de Solbes a la sentencia sigue el método contradictorio de Ollendorf, cuya versión castiza popularizó Armando Matias Guiu, en los Diálogos para besugos: ¡Buenos días!; ¡Las manzanas están verdes!

El ministro español dice que quizás no supieron explicarse, lo cual es asombroso con una caterva de diplomáticos y abogados del Estado a sus órdenes. Y lo que es más deslumbrante, que la sentencia no considera que las condiciones impuestas a E.On son una manera de compensar la titularidad pública de algunas empresas energéticas europeas y y frenar sus apetencias en otros mercados. Se le olvidó decir que, de la mano de Zapatero, Enel sustituyó a E.On en la OPA.

Intervenir por intervenir tiene estas consecuencias.

 
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