‘El País’, independiente y global

Un 4 de mayo 1976, mientras España despertaba de un sueño de cuarenta años y debatía sobre su esencia y destino, salía a la calle la primera edición de El País con el propósito declarado de contribuir a la creación de un clima de libertad en los medios, acostumbrados a décadas de periodismo oficialista y servil con el poder a pesar de la tímida apertura propiciada por la ley de Prensa de 1966. Para ello, el diario se definía, antes y por encima de cualquier otra cosa, como un periódico independiente, “capaz de rechazar las presiones que el poder político y el del dinero ejercen de continuo sobre el mundo de la información”, en palabras de Juan Luis Cebrián, que firmaba la Tribuna que, a modo de editorial y principios fundacionales, se incluía en aquella primera edición.

La reivindicación de la independencia profesional como clave de la contribución del diario al régimen de libertades que se deseaba para España es una constante en las declaraciones de principios editoriales de El País y en las herramientas de las que se ha ido dotando la empresa con el paso del tiempo para reforzar dicha independencia. Es de justicia reconocerlo por más que en los últimos años el alineamiento de este medio con el PSOE haya hecho saltar las alarmas respecto a la custodia de este principio de independencia, que es su alma.

Durante 31 años la cabecera de El País ha ido acompañada del lema “Diario independiente de la mañana”. Hay quien dice que el relanzamiento reciente del periódico, que ha cambiado no sólo el diseño de sus secciones sino también el lema citado por el de “El periódico global en español”, responde a una transformación en los objetivos y sentido de misión que el diario ha tenido hasta ahora. Y que esa transformación obedece a necesidades de reposicionamiento en el mercado ante el aparente distanciamiento del Gobierno.

Quiero creer que no es así. Si efectivamente hubiera algo de razón en quienes apuntan al cambio de clima político como factor desencadenante de la transformación de El País, deberíamos aplaudir el que dicha desafección se haya producido, porque ella es lo que ha permitido que el diario reaccione, mire hacia dentro y en un ejercicio de recuperación de su mismidad, se relance para otros 31 años con propósitos renovados de contribución al desarrollo en libertad de nuestra sociedad.

El profesor Alfonso Nieto, cuya cátedra ha iluminado y sigue haciéndolo a generaciones de periodistas y empresarios de medios, explica en su obra “Cartas a un empresario de la información”, de lectura obligada para todos aquellos que se dediquen a este sector, que la misión más importante de un empresario de la información se puede resumir en una palabra: servir. Sólo sobreviven en el tiempo los medios informativos fundados sobre el principio de servicio a los intereses de la sociedad o país al que pertenecen sus lectores.

Pues bien, de nuevo hoy como hace 31 años, El País se recupera y redescubre a sí mismo en su vocación de servicio a una sociedad cada vez más global. Ha desempolvado los principios fundacionales y los ha actualizado a la medida de los cambios y transformaciones sociales y, también, de sus propios objetivos empresariales que ya no son solamente nacionales sino que apuntan directamente hacia el mercado global de habla española. Ojalá que esta visión global y transfronteriza no impida sus dirigentes y profesionales ver que la principal contribución que puede hacer El País en estos momentos a la sociedad española es exactamente la misma que se planteaba hace 31 años.

 
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