Perspectivas de las candidaturas europeas

Ni Juan Fernando López-Aguilar ni Ramón Jáuregui han tomado a bien las órdenes de la superioridad que les envían a Europa. Está claro que a Borrell le han gustado menos las órdenes que le han hecho volver aunque su desempeño al mando de la Eurocámara es de los peores que se recuerdan. En todo caso, López-Aguilar ha seguido la trayectoria del desamor fijado por Rodríguez Zapatero desde que el canario saliera del Gobierno rumbo al exilio político en su propia tierra. En el Congreso se ha ejercitado de durmiente. En su discurso europeísta, repite las claves actuales del zapaterismo –las mismas, por ejemplo, que el presunto ideólogo Caldera y que Blanco-: la crisis es culpa de los neocons, lo importante es luchar contra el cambio climático. El inmovilismo es total.

El caso de Jáuregui, más allá de su contrariedad y su sorpresa, no ha terminado de entenderse en términos de estrategia parlamentaria pues ha sido hombre de tanta habilidad y actividad como buen predicamento, y que en gran parte cubría los flancos que José Antonio Alonso, incómodo en su puesto, dejaba al descubierto. Su sustitución no se ha entendido en un momento en que el grupo socialista en el Congreso ha de ir negociando batalla tras batalla. Hombre de encanto y mimado por las alturas y la prensa, a Madina le auguran un aprendizaje muy rápido y muy duro.

Jáuregui acaba de decir con harta candidez que se trata de elecciones europeas y no españolas. En toda la Unión, a falta de una opinión pública europea, se vota conforme a parámetros nacionales. No sólo se vota sino que se confeccionan las listas: la del PSOE, por ejemplo, en su terna inicial, no ha dispuesto a nadie con experiencia en la Eurocámara pese a que las complejidades del parlamento europeo son innumerables y es mucho el tiempo que el diputado medio tarda en manejarse. Es previsible que Magdalena Álvarez haga saltar los equipos de traducción simultánea. Respecto a Carmen Romero, cabe pensar si no había maneras más discretas de darle un sueldo mensual.

En la lista del PP, el número tres de Jiménez Becerril diluye en parte su vocación de sorpresa pero está para cubrir el flanco anti Rosa Díez. Los acuerdos y desacuerdos con UPN han propiciado la salida de Javier Pomés. Más misterioso es el caso de Santiago Fisas pues, en el número 23 de la lista, no tiene en absoluto segura su elección. Al parecer es hombre cansado ya de la política y con negocios familiares que cuidar. Comparativamente, las listas del PP –del Castillo, Vidal-Quadras, Margallo, Salafranca- tiene un nivel de intelectualidad y trabajo que no tienen las del PSOE, como si la Eurocámara fuera menos un cementerio de elefantes que el punto de llegada de una fuga de cerebros. Es muy de notar que el PP esté centrando tal cantidad de actos en Castilla la Mancha y Andalucía, territorios que se trabajan con vistas a las próximas generales y autonómicas pues por primera vez se podrían ganar y así dar un golpe.

Tanto alboroto que ha rodeado a Libertas no favorecerá su implantación, con el tiempo más limitado –pero más importante- que el dinero. Será estimulante ver cómo Ganley vive estos meses en un avión, de Grecia a España y de Portugal a Francia. La candidatura española de Libertas ha terminado por juntar extremos de conciliación difícil, lo cual no favorecerá la emisión del voto de conseguirse un escaño. Menos aún favorecerá la sintonía con otros posibles electos de Libertas en otros países. En su transcurrir, Libertas ha alienado las esperanzas de un voto liberal-conservador, partidario del no intervencionismo y de los valores, si no más a la derecha, sí en otra derecha distinta del PP. Hubiera sido un ejercicio de comunicación política moderno y digno de ver.

La circunscripción única va en detrimento de los nacionalistas. ECD ha venido informando de los vaivenes de ERC y BNG. Compartirán escaño por turnos de tiempo después de que ERC optara por un candidato –Junquera- de perfil menos partidista que el anterior. CiU, en cambio, ha apostado por un independentista declarado, Tremosa. Unió sigue relegada y doliente. Es un cambio respecto a un Guardans hiperactivo durante estos años, que se ha cobrado su venganza al aceptar la dirección del ICAA y romper la prohibición tácita de que los nacionalistas no contribuyan en puestos de gobierno en Madrid. En CiU se preguntan cuándo se dará de baja y alegan que el ICAA es muy poco frente a una posible embajada o secretaría de Estado.

Guste o no, UPyD está consiguiendo un perfil propio que va más allá de la personalidad de Rosa Díez, al margen de que la vasca ha sabido ser asertiva, imaginativa y oportuna cuando más difícil lo tenía y cuando sufría la excomunión de sus antiguos compañeros. Ha conectado con una cierta elite intelectual y va arraigando un cuerpo de posiciones que coincide con la ruptura interna de Ciudadanos precisamente por deshonestidad intelectual. Su inserción en un grupo parlamentario en la Eurocámara es problemática pero en Bruselas y Estrasburgo es más fácil para un diputado solo coger toro que en Madrid. Aquí, ni siquiera las dificultades inherentes a estar en el Grupo Mixto han conseguido que Díez sea vista como arribista. Está plenamente inserta en el juego, tras superar no pocas reticencias, desde la falta de crédito a la falta de minutos en medios. En el PP, la postura oficial es guardar silencio y, acaso, afirmar que resta igual al PSOE que al PP. Pero resta más a los populares.

Menos de un treinta por ciento de españoles afirman que irán a votar en las elecciones europeas. Quienes menos votan son los jóvenes. La falta de entusiasmo no se ha de entender como euroescepticismo, fenómeno aún limitado a espectros no muy concurridos de la izquierda y la derecha. Durante años, el europeísmo español fue irreflexivo, al margen del lógico interés, y con elementos de resarcimiento histórico. En algunas batallas ganadas en Europa se han escrito páginas excelentes de nuestra diplomacia. Hoy, casi tres de cuatro leyes aplicadas en España tienen origen en Europa, desde el etiquetado al espectro radioeléctrico. La Eurocámara es una maquinaria compleja –hay veintisiete voces en cada grupo parlamentario- pero no ineficiente. A falta de una opinión pública europea, es de desear que la española esté bien informada pese a que la seducción de Europa se haya convertido en repulsión.

 
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