Rato agita el mapa político

Nunca antes el anuncio de una vuelta a España desde una responsabilidad ejercida en el extranjero había levantado tanta expectación, debate y pasiones. Esto es lo que lisa y llanamente ha sucedido cuando el pasado jueves el ex –Vicepresidente económico en los gobiernos de Aznar y actual Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, anunció que el próximo mes de octubre dimitirá de sus actuales responsabilidades para volver a vivir en Madrid.

De nada ha servido que el propio interesado haya dejado claro que la decisión está tomada en base a “motivos personales”, más concretamente referidos a su deseo de estar cerca de sus hijos –Rato está separado de su mujer- y que no tiene previsto volver a la vida política. El impacto mediático y político que ha tenido el anuncio de Rato ha sido tan grande, que sólo el tiempo y en este sentido estamos hablando de muy pocos meses, pondrá las cosas en su sitio.

Seguro que el propio Rato preveía ya lo que iba a pasar. El es un político de esos que quizás de forma un tanto tópica se llaman de “raza” y todo el mundo sabe que sufrió una cierta frustración no exenta de contrariedad cuando en el verano del 2003, Aznar decidió que su sucesor fuera Mariano Rajoy en detrimento de Jaime Mayor Oreja y del propio Rodrigo Rato.

Tuvo una excelente salida profesional, que contó con el apoyo –todo hay que reconocerlo- del actual Gobierno del PSOE y durante estos tres años, Rato ha estado al frente de una de las instituciones financieras y económicas más importantes del mundo, con rango de Jefe de Estado, teniendo acceso a los principales líderes políticos mundiales, por no hablar de la retribución económica de su cargo.

Particularmente creo las razones personales de Rato para renunciar a los dos años que le quedaban al frente del FMI y volver a España. ¿Por qué no se va a poder creer que un padre decida en un momento determinado que debe de estar más cerca de sus hijos? Eso es lo normal, lo natural, también en personas de gran proyección pública.

Pero lo anterior es absolutamente compatible con pensar que la vuelta de Rato a España le viene que ni de perlas a Rajoy y al PP, porque el actual líder de la oposición y aspirante a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales necesita incorporar caras “nuevas” a su cartel electoral y la de Rato, sin duda que la es y además de un enorme prestigio.

Si Rajoy sabe administrar bien la situación que conlleva la vuelta de Rato, quien tiene más motivos para estar nervioso es el PSOE. Las elecciones generales están a la vuelta de la esquina –si se adelantan serán en octubre y como muy tarde en marzo del próximo año- y en una situación, como señalan las encuestas, de empate técnico, hay factores que pueden desequilibrar la balanza para un lado u otro, y la posible colaboración e incorporación de Rato formando un ticket electoral con Rajoy, es uno de ellos.

Además, la sola presencia de Rato servirá para frenar o ser un cortafuego a las aspiraciones de otros miembros del PP –Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre- para jugar a la sucesión del actual líder popular en el caso de que perdiera las elecciones. En ese supuesto, habrá que ver lo que pasa, pero a priori, no parece muy arriesgado pronosticar que el nombre que suscitaría menos recelos en las filas populares sería el del actual director gerente del FMI. Eso Rato también lo sabe.

 
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