50 años de revolución cubana

Los primeros 50 años de la revolución dicen los dirigentes cubanos haber celebrado el 1 de enero. Hubo alguno que predijo que festejarían otros 50 años más. Lamentablemente la mayoría de los cubanos no escucharon esas tenebrosas aspiraciones, pues desanimados se enajenaron como pudieron y ni siquiera encendieron los televisores.

Pero habría que preguntarse qué entienden las autoridades por revolución. José Martí decía que ¨revolucionar no es retardar¨. Alguna vez escribió que ¨la justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad del derecho: eso es la revolución…Las revoluciones, por muy individuales que parezcan, son obra de muchas voluntades.¨ Por más que busqué, no he encontrado definición de revolución que implique eternidad e inmovilismo. Todo lo contrario. También nuestro héroe nacional señaló que ¨…se ha de vivir con los tiempos, y no contra ellos…Es necesario elevarse a la altura de los tiempos, y contar con ellos.¨

Cuando aún muchas personas de buena fe en el mundo guardaban la ilusión de que la supuesta transición cubana tenía sus modalidades propias, algo extrañas ciertamente, pero que para conmemorar el 50 aniversario de la toma del poder se relanzarían las promesas de meses atrás y se producirían anuncios de verdaderos movimientos, el Presidente Raúl Castro a últimos de diciembre en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular difirió para dentro de un año el análisis y la aprobación de los cambios estructurales y de conceptos que había anunciado año y medio antes, el 26 de julio de 2007.

El único cambio se dio con la aprobación de la nueva Ley de Retiro, por la cual se incrementó en 5 años la edad, o sea a 60 las mujeres y 65 los hombres, por el decrecimiento de la natalidad y la prolongación de la esperanza de vida, y la no mencionada estampida de los jóvenes al extranjero, pues la revolución ha acendrado que ¨si esto no te gusta, te vas¨. Pudiera decirse que han empeñado el futuro del país, pero no debería criticarse, pues siempre ejemplares, las máximas autoridades se mantienen trabajando hasta el final de sus largos días, y relevan a las nuevas generaciones inexpertas de la posibilidad de sacar el país de la crisis general que ellos han creado.

Eso sí, se anunció la creación de más mecanismos de fiscalización, motivados por la necesidad de ¨fortalecer la exigencia en el cumplimiento estricto del deber de todas las estructuras de dirección…porque es hora de que muchos empecemos a ver qué falta por regular dentro del área de trabajo de cada cual¨. Eso apunta a mayor burocratismo y represión, sin que se incentive a las personas a trabajar,   se permita desplegar la creatividad y sentirse socialmente útiles. Indudablemente, es un deber elemental de todos cumplir la labor con responsabilidad, honestidad y transparencia, pero el ser humano   necesita la   motivación que en Cuba se ha perdido, así como la expresión y el intercambio de las ideas.

   

A quienes habían perdido sus viviendas y otras pertenencias vitales durante los huracanes, el General prolongó la espera por él inicialmente augurada de 2 ó 3 años a 6. Tiempo suficiente para que puedan ocurrir grandes cataclismos naturales. Posiblemente muchos cubanos no tendrán que esperar tanto porque sus vidas no resistan. 

Pero además se precisó que no puede haber apresuramientos porque todo debe realizarse muy meditadamente y no ha habido oportunidad de preparar las medidas debido a los huracanes. Al parecer la inmensa cantidad de personas altamente calificadas existentes en Cuba, no fueron capaces de elaborar propuestas en el tiempo transcurrido desde las promesas. En fin, que la definición de revolución tendrá que ser modificada en los diccionarios, o de lo contrario para el Caribe habrá que reconocer que ha cambiado la ortografía y ahora se escribe involución.

Los cubanos no alucinaron al escuchar en el acto conmemorativo del 50 aniversario el 1 de enero más que llamados a nuevos sacrificios en los próximos 50 años de revolución. Sencillamente se habían percatado de que ya la suerte había sido echada días antes. Lamentable y trágicamente las autoridades gubernamentales están renunciando a la gran oportunidad de iniciar la renovación de Cuba, pasar a la historia como quienes enmendaron tantos errores a expensas también de sus propios sacrificios, al entregar gradualmente su inconmensurable cuota de poder a ese 70% de los cubanos nacidos después de 1959, y que podrían ser absolutamente capaces de gobernarse reconciliados, con participación realmente democráticamente abarcadora.

 

Indudablemente de transición no se trata en Cuba ahora. Tampoco de cese de la represión, ni de liberación de los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, ni de respeto a los derechos humanos. Si molestan las palabras para iniciar los cambios, bien podrían utilizarse sinónimos para mostrar la originalidad de los teóricos, pero la inercia en tan difícil coyuntura nacional, con los agravantes de la crisis económica internacional, coloca la sociedad en peligro con eternizado sufrimiento inmerecido para todos los cubanos.

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