De ausencias y miserias en Ermua

Los actos conmemorativos del décimo aniversario del asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco han servido para que quedará más en evidencia, no tanto la desunión que la política de negociación con ETA llevada a cabo por Zapatero ha producido entre los dos grandes partidos nacionales en la lucha antiterrorista, sino algo de distinta índole y también grave: los comportamientos, en algunos casos, miserables, de políticos y responsables públicos. También hubo en Ermua, algunas ausencias muy difíciles de justificar y de entender.

A la cabeza de esos comportamientos miserables habría que situar al actual Gobierno y al Partido Socialista de Euskadi. Ningún miembro del ejecutivo ni de la dirección del PSE estuvo el pasado día 10 en Ermua junto a la familia de Miguel Ángel Blanco. Siendo eso muy grave, lo fue más las explicaciones que dieron para intentar justificar tal actitud: se trataba de un acto convocado por el PP dijo Patxi López y sus mariachis. Una nueva mentira de los socialistas. Los actos estaban organizados por la Fundación Miguel Ángel Blanco y a los mismos fueron invitados todos los ciudadanos que quisieran asistir. Pero, ¿y si hubieran sido convocados por el PP –partido en el que militaba el edil asesinado-, tendría eso algo de malo o de repudiable? ¿Hasta dónde ha llegado el nivel de memez de algunos socialistas?

Siendo auténticamente miserable que ni nadie del Gobierno ni del PSE quisieran estar junto a los padres y la hermana de Miguel Ángel, sin embargo es algo perfectamente entendible: ¿Cómo va a sentir Patxi López la necesidad de estar junto a las víctimas, si se encuentra más cómodo con los verdugos? ¿O cree López que los ciudadanos nos hemos olvidado de la foto de la ignominia, la foto de su reunión con ese “hombre de paz” que según Zapatero es Arnaldo Otegui? ¿O piensa este político socialista mediocre que nos hemos olvidado de su reunión en la sede del PSE con las parlamentarias del Partido Comunista de las Tierras Vascas? Por lo tanto tiene su lógica, su abominable y rechazable lógica, que ningún socialista acudiera a Ermua para acompañar a los familiares de Miguel Ángel.

Asimismo es muy rechazable el comportamiento del Alcalde de Ermua, el socialista Carlos Totorica, que hace diez años supo comportarse como un auténtico líder de su pueblo y ponerse a la cabeza de la manifestación y del rechazo social al secuestro y asesinato del joven concejal del PP, y que ahora –quizás por razones inconfesables pero que mucho tienen que ver con eso de la subsistencia política y personal- no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Muy mal el Alcalde de Ermua, francamente mal.

Si el Alcalde se comporta de esa manera, no es de extrañar que los vecinos de su pueblo tampoco sintieran la necesidad de mostrar ninguna señal de duelo en el día del décimo aniversario del secuestro del concejal de Ermua. Yo estuve allí en la tarde del pasado martes día 10, y no vi en ninguna de las calles del centro de Ermua que recorrí ni una sola ventana o balcón de la que colgara una sábana con un crespón negro, o una bandera –la española o la ikurriña- con el mismo signo de luto o la foto de Miguel Ángel. Nada de nada. Era como si ese día fuese para los vecinos del pueblo una jornada más. Eso es una muestra de hasta que punto, el miedo, la indiferencia, la equidistancia, en el fondo la enfermedad moral asola a una gran parte de la sociedad vasca.

Y en el capítulo de las ausencias, dos por encima de otras. La del Presidente del PP, Mariano Rajoy, que debería haber estado allí, acompañando a la familia, a los cargos públicos de su partido y a los ciudadanos que se acercaron en la tarde del martes a Ermua. Por muy importante que fuera, que lo era, la comida que tenía ese día en Madrid el líder de la oposición con 500 empresarios, lo era mucho más estar en el pueblo de Ermua.

Segunda ausencia realmente lamentable: la de la Presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua. Estuvo su madre, Pilar Ruiz, pero da la casualidad que quien preside la Fundación de Víctimas es la hija y no la madre. Y cuando uno ocupa un cargo de ese tipo hay que estar siempre, guste más o guste menos, tenga uno más o menos recelos o prejuicios, al lado de las víctimas que llevan a cabo un acto u homenaje. Eso lo hizo siempre muy bien la predecesora de Maite Pagazaurtundua en la Presidencia de la Fundación, Ana María Vidal Abarca, a la que nunca, ni sus ideas ni inclinaciones políticas la impidieron estar donde debía de estar.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato