Los complejos del PP para hablar del aborto y la eutanasia

En el “nuevo” PP de Rajoy la consigna es clara: sólo hay que hablar de la crisis económica y evitar otras cuestiones que pudieran obligar a tener que tomar una determinada postura sobre asuntos polémicos y que causan división dentro de la sociedad, como las referidas al aborto, la eutanasia o, en general, a todo lo que tenga que ver con las creencias y valores religiosos.

El motivo por el que se adopta esa actitud es lisa y llanamente de estrategia electoral. El “gurú” de Rajoy para estas cuestiones, que también lo fue de Aznar, Pedro Arriola, ha conseguido convencer al actual presidente del PP, tras la derrota del 9-M, que lo que hace falta es limar aristas en el discurso político, no resultar antipático, no poner el acento en cuestiones que puedan resultar polémicas. Es decir, relativismo puro y duro.

Pero el Gobierno y el PSOE no descansan y siguen con gran tesón ejecutando su proyecto de cambio total de la sociedad española. A este paso, la famosa frase de Alfonso Guerra pronunciada nada mas llegar el PSOE al Gobierno en 1982, “a España no la va a conocer ni la madre que la parió” va a quedar en una profecía de “bajo nivel” si lo comparamos con lo que está haciendo Zapatero.

 En su reciente Congreso federal, los socialistas lo han dejado muy claro: quieren ir al aborto libre; pretenden que se regule por ley la eutanasia, aunque ellos utilizan ese eufemismo tan cínico de la “muerte digna” y quieren cambiar la ley de libertad religiosa para, entre otras cosas, limitar las manifestaciones de culto de la Iglesia católica al ámbito estrictamente privado. Es decir, que, por ejemplo, la tradicional procesión del Corpus de Toledo se haga dentro de la sacristía de la Catedral.

Y ante esta ofensiva laicista en toda regla lanzada por Zapatero y por su partido, el PP da toda la impresión que no tiene nada que decir. No se pronuncia, no se posiciona, no toma partido, no sabe, no contesta. Se excusan los dirigentes populares diciendo que son “cortinas de humo”, que son cuestiones que no interesan a los ciudadanos. Que estos, por lo que realmente preocupados es por las consecuencias de la crisis económica.

Excusas de mal pagador, de responsables políticos acomplejados, porque siendo cierto que la crisis económica es una cuestión que no solamente preocupa, sino que afecta ya directamente a muchos ciudadanos, ¿de verdad creen los dirigentes del PP, que las demás cuestiones no suscitan también interés y preocupación? ¿No se dan cuenta que a una buena parte de su electorado, temas como el aborto, la eutanasia o la libertad religiosa, si les importa y quieren que el partido al que han votado tenga una posición clara y nítida sobre los mismos?

El problema, aparte de ese tactismo a corto plazo de carácter electoral, es que el PP no tiene una posición definida, clara, sobre esas cuestiones de hondo contenido moral y, lo más grave, tampoco siente la necesidad de tenerla. Está contagiado de ese relativismo moral tan instalado en la sociedad desde hace tiempo, que lleva entre otras cosas, a huir como de la peste, de las cuestiones que supongan ir contra corriente o de defender posiciones que a priori son consideradas polémicas.

En ese estado de cosas, lo mejor –piensan los dirigentes populares- es mirar para otro lado, dejar que el tiempo pase y, eso si,  hablar mucho de economía. Otro motivo más para que una buena parte de esos diez millones largos de españoles que votaron al PP en las últimas elecciones generales, se estén ya replanteando que harán con su voto en las próximas citas electorales.

 
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