Ante el debate sobre el estado de los escombros

Hay que reformar urgentemente algunos aspectos de la Constitución Española. Terminé de convencerme el día que vi a un cordobés hablar en catalán con un tipo de Ceuta a través de un sistema de traducción simultánea pagado por todos los españoles. Así que hoy, aprovechando el inminente debate sobre el estado de los escombros de la nación, publico lo más señalado de mi propuesta de reforma parcial de la Constitución, a fin de aliviar la ingente carga de trabajo acumulado de nuestros políticos.

Para empezar, el Preámbulo es un rodeo innecesario. Una croquetilla de aperitivo que distrae tontamente a los comensales, que lo que desean es acceder cuanto antes al lomo de ternera asada. Además, un Preámbulo cuyas tres primeras palabras -“La”, “Nación”, “Española”- suponen ya una apología fascista merece ser eliminado para favorecer la integración de todas las sensibilidades en el marco constitucional, y para propiciar que las sensibilidades más sensibles puedan seguir leyendo el texto sin sentirse excluidas.

La lengua y el territorio son dos de las cosas que unen a un país. Por eso es especialmente importante la modificación del artículo 3 de nuestra Constitución, que es a la vez fanático y retrógrado. Desde ahora dirá: “El castellano fue la lengua española oficial del Estado. Ningún español tiene el deber de conocerla, ni el derecho a usarla”. El artículo 5, por su parte, refleja un centralismo inadmisible al imponer Madrid como capital del Estado. El nuevo artículo rezará –en el sentido más laico del término-: “La capital del Estado será en cada caso la que uno sienta como tal en lo más profundo de su corazón y en lo más adentro de sus entrañas”. De esta forma, Valdecostrillo del Rabanet, El Olivar del Valle y Lagomorrones podrán recibir visitas de Estado, figurar en la agenda de los grandes líderes mundiales, y acoger lujosas ruedas de prensa de la actriz Angelina Jolie, y sesudas conferencias del humorista e independentista catalán Jimmy Carter.

En cuanto a la justicia, hay que empezar por dinamitar el artículo 14, “los españoles son iguales ante la ley”, que resulta un atropello gratuito al sistema judicial español. En su lugar, mientras se llega a un nuevo consenso sobre el asunto, se leerá un inquietante “todas las leyes son iguales ante los españoles, especialmente si se dividen por el cuadrado de la hipotenusa y se multiplican por todos y cada uno de sus catetos”.

Especial énfasis se pondrá en la desactivación de artículos neoliberales que hacen apología del capitalismo más salvaje en nuestra Carta Magna. El 28.2., sin ir más lejos, que defiende el “derecho a la huelga”, reconocerá a partir de ahora “la obligación a la huelga”. El 33, que admite “el derecho a la propiedad privada”, debe ser eliminado de inmediato, pues resulta una brutal violación del derecho del Gobierno a meter sus narices donde le de la gana. De la misma manera, el artículo 18.2 -“el domicilio es inviolable”- esconde una discriminación racista contra la honrada clase okupa, que contribuye con mano generosa a la conservación de nuestros hogares deshabitados. El artículo recogerá de manera inequívoca: “el domicilio del okupa es inviolable”.

La gran novedad de la reforma, en el contexto de la diversidad cultural, será la inclusión de un apartado dedicado a la cuestión culinaria, que se considerará como nuevo elemento cohesionador de las diferentes sensibilidades nacionales. El Título XI, “De la Gastronomía”, atenderá a las costumbres gastronómicas de las diversas naciones de la Península Ibérica. Sus artículos más importantes serán: “Los valencianos son los autores de la mejor paella de España, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de color del arroz, tamaño del grano, o sexo del marisco” (art. 190), “Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la crema catalana” (art. 610) y “El cerdo vasco es impepinable” (art. 1283).

Por último, conviene aprovechar la reforma para reparar el importantísimo artículo 1.2. –“La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”- que contiene desde 1978 una gigantesca errata en la que, por lo visto, nadie ha reparado hasta hoy. En la nueva Constitución debe mantenerse el texto original, pero corregido: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que maman los poderes del Estado”. Este artículo resume todos los demás.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato