Han disparado al pianista

Me han contado esta mañana que Santi Alcanda ha sido cesado de su cargo de dirección –o colaboración con la dirección- en el programa “No disparen al pianista”, ese esperado espacio musical que Televisión Española estrenó, con poco bombo y mucho platillo, hace algo más de una semana, con un resultado artístico esperanzador y una audiencia objetivamente lamentable. Me lo cuentan y lo confirma Efeeme.com: Santi no tiene ganas de hacer declaraciones de ningún tipo sobre este asunto. No me extraña. Por dos razones: primero, porque es un caballero, y segundo, porque trabaja para RNE, y supongo que, a pesar de los años que lleva en la batalla, todavía no se ha vuelto tan loco como para dinamitar su propio techo.

El presentador de “Tresfusión” en Radio 3 llevaba ocho meses inmerso en la preparación de este programa, que tenía como misión lograr la vuelta del pop español al “prime time” de la “nueva” 2 de TVE. Misión que era, seguro, en el caso de Alcanda, también una ilusión personal: la de acercar a los hogares españoles a artistas de calidad que no suelen tener hueco en la programación habitual. Ya saben, gente como Quique González o Los Secretos, por ejemplo.

José Javier Esparza, que sabe mucho de esto y de muchas otras cosas, dedicaba hace días una columna de crítica televisiva, “Pianista”, –publicada en los medios de Vocento el pasado 8 de diciembre-, a alabar este nuevo formato, aunque reconocía que la audiencia del primer día de emisión fue “una catástrofe sin paliativos”. Se preguntaba entonces, tras advertir de que se trata de un buen programa musical: “¿qué les pasa a los musicales, que ya no funcionan?”. Pues, apreciado José Javier, me tomaré la libertad de inmiscuirme en tu interrogante lanzado al viento para ofrecer una posible respuesta.

Escribes en tu interesante análisis que el último programa musical que ha tenido éxito en televisión es Operación Triunfo. No puedo compartir contigo esta afirmación, porque OT no es exactamente un programa musical. Considerarlo así nos obligaría a hablar del afortunadamente desaparecido “Crónicas Marcianas” como un espacio de “información y debate de actualidad”. Y antes morir que llegar a tal cosa. No me cabe ninguna duda de que el esfuerzo y tiempo dedicado a la promoción de “No disparen al pianista” no puede ni compararse con lo invertido en cualquier edición de OT, cuyas consecuencias musicales aún estamos sufriendo. ¿Se imaginan que nombrasen Presidente del Consejo Superior de Investigación Científicas al último ganador de “Saber y Ganar”? Pues eso es exactamente lo que ha hecho la industria musical con los ganadores de ese concurso. Porque no se trata de un espacio musical, sino de un concurso. Más próximo al Telecupón que a Tocata.

Esta era una gran oportunidad para conseguir que un programa musical volviese a tener una audiencia decente, en un horario razonable, y pudiese desempeñar una labor de educación musical muy necesaria en estos tiempos. No creo que se esté gestionando bien. Nadie puede creerse que Fito & Fitipaldis, Quique González, o Los Secretos estén vendiendo todas las localidades de todas sus actuaciones en toda España y que, sin embargo, no haya nadie -con audímetro- interesado en verlos en directo en televisión. Aunque hay que tener en cuenta lo que dice al respecto J. J. Esparza: “quizás ocurre que el pop ya no necesita a la televisión, porque se difunde por otras vías”. Tiene razón. Gracias a Dios, existe Internet.

No sé cómo terminará la aventura de “No disparen al pianista”. Sé que no van bien las cosas porque ya se ha errado en el primer disparo, atentando injustamente contra el pianista. Desaparecido Alcanda, que era el “criterio musical” del programa, todo puede suceder. Hasta que desaparezca el piano. La televisión es así. Se ufana al prometerles confianza plena a los profesionales en una mañana soleada, para apuñalarlos horas después a traición en la más oscura de las madrugadas. Vive de ensalzar a los buscavidas y ahogar a los salvavidas.

Desconozco los detalles concretos de este cese, pero creo que el veterano periodista musical se merece un respeto mucho mayor del que se le ha demostrado en la televisión pública. Pero, ¿qué se puede esperar hoy de la televisión? Recuérdenme, cuando pasen estos días amor y caridad, que una semana les detalle mi humilde opinión sobre la programación actual. Menos mal que, como decía antes, siempre nos quedará Internet. Y algunas radios, claro. A nosotros y a la gente que cree en la música, como Santi Alcanda.

 
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