La falta de señorío de Fernando Alonso

Las personas que se convierten o son convertidas por los medios de comunicación en “iconos” de la sociedad y, especialmente de los más jóvenes, deben de saber que sus comportamientos, sus palabras y sus hechos están sometidos al análisis y cuando es necesario, a la crítica.   Nuestro flamante campeón del mundo de Fórmula 1, Fernando Alonso, lleva unos meses sacando los pies fuera del tiesto, con declaraciones muy desaboridas y poco afortunadas. Empezó con aquello que dijo, tras adjudicarse el pasado año el Campeonato del Mundo, de que “no le debo nada a nadie”, algo que ha vuelto a repetir posteriormente en diferentes ocasiones.   Más recientemente, debido a la pugna, que en principio debería de limitarse a lo deportivo, que mantiene con el piloto alemán Michael Schumacher, Fernando ha sacado lo peor de sí mismo: “la Fórmula 1 ha dejado de ser un deporte” y “Schumacher es el deportista más antideportivo que he conocido” ha dicho el piloto asturiano. Nada más y nada menos.   Claro, da la casualidad que esto lo dice cuando después de un arranque espectacular y cómodo en las carreras del Mundial de este año, que le dieron a Alonso una clara ventaja sobre el piloto alemán, éste, que no hay que olvidar que es uno, si no el mejor corredor de Fórmula 1 de todos los tiempos –ha ganado siete campeonatos mundiales-, ha empezado a recortarle las diferencias y a falta de tres carreras para acabar la competición de este año, se encuentra a sólo dos puntos del piloto español.   Alonso se ha hecho antipático. Se le ve altivo, un poco pagado de sí mismo. ¡Que diferencia con los Pau Gasol, Garbajosa, la “bomba” Navarro, Calderón y demás componentes de nuestra flamante selección de baloncesto, campeona del mundo que se han metido a todos los españoles en el bolsillo! ¿Cuesta tanto, cuando se está en la cresta de la ola, ser normal?   Fernando Alonso es muy joven y tiene mucho futuro por delante. Debería de rectificar su comportamiento. Gane o no gane el mundial de este año, es un magnífico corredor y así se lo reconoce todo el mundo. Pero no debe de seguir por el camino de descalificar a un rival suyo o de hacer declaraciones tan absurdas como la de que “no le debo nada a nadie”. ¿Cómo es posible que una persona medianamente inteligente diga eso? Desde unos padres, unos amigos, unos medios de comunicación que no han hecho más que apoyarlo o, por decirlo todo, un jurado de los Premios Príncipe de Asturias, que le otorgaron el galardón el pasado año sin haber ganado entonces ningún título mundial. Alonso tiene muchas deudas, que nadie le ha pedido que las pague, pero que tampoco se pase.   Al piloto asturiano le hace falta más humildad, más pisar con los pies en el suelo, más respeto a sus rivales y pensar que hay mucha gente que se mueve en la vida por lo que hacen o dejan de hacer, dicen o dejan de decir “ídolos” como Fernando Alonso. Eso le debería de hacer rectificar sus últimos comportamientos.

 
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