La jornada insostenible

El Parlamento Europeo -con el eurodiputado Alejandro Cercas como portavoz- rechazó la directiva propuesta por el Consejo de Ministros de Empleo de ampliar la jornada semanal de trabajo a 65 horas. Así mismo, solicitó la eliminación del opting out (libertad de opción) en un plazo de tres años, es decir que se deberá respetar el máximo de 48 horas semanales, si bien en España el máximo permitido actualmente es de 40 horas. Actualmente en países como Reino Unido y del este de Europa se permite alargar el tiempo de trabajo, bajo la norma de que el empresario y el trabajador negocien “libremente” la duración de las jornadas, con un límite de 60 ó 65 horas.

Empieza la cuenta atrás, tan sólo unas semanas para que el reloj se ponga en marcha y de comienzo el periodo de negociación –que se revela difícil- en el cual el Consejo y el Parlamento Europeo deben alcanzar un fructífero acuerdo.

Merece la pena detenerse a reflexionar sobre las consecuencias que estas medidas -que pretenden hacer una Europa más competitiva- puedan acarrear para la sociedad:

1º) Conflictos de salud: Actualmente el 25% de la población laboral de la Unión Europea padece alguno de los síndromes que afectan a la salud mental de los trabajadores: estrés, acoso moral (mobbing), fatiga mental, o estar quemado, que son ocasionados por las condiciones laborales y psicosociales. Con una medida que permita trabajar 65 horas semanales dicho porcentaje, qué duda cabe, sufrirá un considerable aumento. Steven Poelmans, profesor del IESE, señala que: «la causa de muchos problemas de salud, está mal diagnosticado, porque no se da al desgaste psicológico laboral, la importancia que tiene».

2º) Conciliar la vida familiar y profesional: Lo diré, con palabras del eurodiputado Iñigo Méndez de Vigo, con quien tuve la oportunidad de mantener una entrañable conversación, y afirmaba que: «una de las principales prioridades en política familiar de la UE es la puesta en marcha de medidas que permitan conciliar la vida familiar y la profesional, por lo que plantear jornadas interminables es un auténtico contrasentido».

A mi entender, tanto el trabajo como la familia requieren dedicación y esfuerzo.   Una cultura del trabajo en la que imperan los horarios estrictos y los controles de horas trabajadas, ha de ser sustituida por horarios flexibles, y remuneraciones basadas en objetivos y resultados. Urge la necesidad de un equilibrio entre la vida profesional y la vida privada, que indudablemente producirá menos presión psicológica y menos conflictos trabajo-familia.

3º) Capital humano: Buscar el aumento de la productividad sobre la base de más horas trabajadas, va a provocar no sólo un bajo nivel de productividad por hora trabajada sino una menor motivación, entusiasmo y compromiso. Y aunque la intención de esas horas añadidas pueda parecer, un método de ahorro de costes laborales, supondrá inevitablemente unos mayores costes sanitarios. Además ¿no es acaso el momento adecuado de generar nuevos puestos de trabajo que cubran las horas extras? 

Legisladores: Establezcan incentivos fiscales para aquellas empresas que adopten medidas que favorezcan la conciliación y la creación de empleo. Pero, por favor, no recurran a medidas que favorezcan a un sector de la población, que al parecer vive sólo para la empresa.

 
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