El reinado musical de Johnny Depp y Keira Knightley

Olvídese de comprar una revista y encontrar buenas recomendaciones musicales o interesantes entrevistas a grupos. Olvídese de enterarse de la última hora del mundo artístico a través de la prensa convencional porque llegará usted más tarde que la Transcantábrica. Que siempre está llegando pero nunca llega. Olvídese de poner la radio en cualquier momento del día y encontrar una agradable tertulia musical. Ya han llegado los nuevos tiempos. Lo único que casi no ha variado es el canal de edición de discos, que sigue siendo el convencional aunque Internet no pare de ganar terreno. Por lo demás, si quieren informarse, leer críticas interesantes o escuchar cosas nuevas sólo tienen un peaje: tener adsl o similar y un ordenador.

La música pierde valor e importancia como negocio pero cuesta trabajo saber si la culpa la tiene el que la vende mal o el que la compra mal. Efe Eme, una de las últimas revistas musicales decentes de ámbito nacional –si no la última- acaba de echar el cierre definitivo a su edición impresa reconvirtiéndose en un ambicioso proyecto digital. Este hecho histórico nos muestra otra cara de la convulsa actualidad musical. Antes han caído otras publicaciones, cientos de pequeñas discográficas y las radios musicales se han retorcido sobre sí mismas para convertirse en clones comerciales de reducido interés. Nadie sabe con seguridad qué es lo que está pasando.

El ministerio que ahora dirige –con los ojos cerrados y el iPod con Metallica a volumen brutal bien enchufado a las dos orejas- Carmen Calvo cree que con campañitas anti piratería insertadas hábilmente en los DVDs no piratas se acaban todos los problemas. Bueno, con esas campañitas y poniendo cánones hasta a los folios en blanco, por si acaso alguien, algún día, en algún remoto lugar de nuestra extensa geografía, trata o tratase de fotocopiar algo que pudiera tener o haber tenido algún tipo de derechos de autor. Bromas aparte, el problema ahora es que tenemos que diseñar rápido una nueva forma de concebir el negocio de la música. Y muy pocos lo entienden. Porque seguramente hasta las mismísimas hijas o hijos de Carmen Calvo, o los primos, o ella misma, acuden al Emule de vez en cuando a descargarse unos temitas de heavy metal descatalogados.

Les avanzaré un dato en primicia. Anualmente desarrollamos en popes80.com una encuesta llamada “Situación Musical” donde consultamos también sus hábitos de compra de discos o su impresión acerca de la piratería. A falta de resultados definitivos –se conocerán dentro de unos quince días- hoy me han comunicado que en el primer cuarto del recuento y análisis de resultados las cifras son escandalosas: en torno a un 58% de los encuestados considera la “piratería” como algo “malo”, lo cual esconde el dato que es el realmente dramático: el “42%” la considera como algo “bueno”. Otro día les cuento los resultados de la siguiente pregunta sobre si consideran delito las descargas de Internet, el Top Manta, ambas cosas o ninguna de ellas. Porque tengan por seguro que el susto de estos resultados será mayor aún.

Así que a ver si entre todos logramos que la ministra, los cineastas de la subvención y el “deuvedé”, los superventas nacionales –que son los más protestones-, los magnates de la industria musical y el antaño tan admirado Eduardo Bautista no nos tomen tanto por idiotas. Porque a estas alturas del baile el que no se ha dado cuenta de que está bailando con la pareja equivocada es porque no le disgusta el fraude. Porque no hay en España un 42% de delincuentes en una muestra cualquiera. No vayan a pensar que en este estudio de Internet sólo entrevistamos a adolescentes super fans de Johnny Depp y Keira Knightley. Lo que sucede es un movimiento sísmico brutal en las entrañas del mundo de la música.

Aunque comparto la indignación de muchos profesionales de la música, de muchos directores de discográficas pequeñas que sufren para llegar a fin de mes, de muchas autoridades verdaderamente asustadas con lo que está pasando e incluso de algunos representantes de entidades como la SGAE, el mejor mensaje que se les puede transmitir es el que una y otra vez algunos repetimos desde hace bastante tiempo: quítense la venda de los ojos de una maldita vez. A los otros les pedimos –al menos yo se lo pido- que respeten y compren la música de sus artistas preferidos para no arruinar sus carreras, pero a los citados anteriormente les rogamos que abran los ojos de una vez y se pongan a trabajar en un nuevo modelo de industria antes de que nuestra historia musical salte por los aires y la incompetencia de quienes manejan la industria se estudie como ejemplo de estupidez empresarial en los colegios y universidades del mañana.

 
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