La primera crisis en el pacto PSE-PP

La negativa de los socialistas vascos a apoyar una moción de censura en la Diputación Foral de Álava que traería como consecuencia la sustitución del actual Diputado General, del PNV, por una persona del PP, ha provocado la primera crisis en el pacto que el PSE y los populares suscribieron hace tres meses y que propició la investidura de Patxi López como el primer lehendakari no nacionalista de Euskadi.

Es cierto que el citado pacto no contemplaba en ninguno de sus puntos el apoyo del PSE al PP a la citada moción de censura, pero al parecer si había un cierto compromiso verbal del propio Patxi López, con el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti. Con lo cual, la primera lección práctica que deberían sacar los populares de todo este episodio es que con los socialistas es mejor que todos los compromisos a los que se llegue  figure,  por escrito y aun así uno no tiene asegurado que los vayan a cumplir.

Pero, sobre todo, lo que más chirría en toda esta historia es la resistencia casi numantina del PSE, y específicamente de los socialistas alaveses, a apoyar al PP en detrimento del PNV. Cualquier observador no muy ducho en la cuestión vasca vería como algo muy normal continuar en un territorio, en este caso Álava, el cambio que se ha empezado a producir en el País Vasco con la conformación de un Gobierno del PSE con el apoyo externo del PP. Ese mismo observador vería reforzados sus argumentos, si además tuviera en cuenta que de las tres provincias que componen la Comunidad Autónoma Vasca donde la suma PP-PSE en mayor, es decir, donde hay una mayoría constitucionalista clara es precisamente en Álava. Y si además, el citado observador cae en la cuenta que en las elecciones forales del 2007, el PNV fue la tercera fuerza política y el PP la primera, entonces no entendería nada de esa negativa del PSE.

Lo que quizás habría que explicarle con mas detenimiento a ese observador es que, en el fondo, hay muchos socialistas, desde luego en el País Vasco y sin ninguna duda en la dirección de la calle Ferraz en Madrid, a los que el hecho de que Patxi López fuera investido el pasado 5 de mayo lehendakari gracias a los votos del PP no les hizo ninguna gracia. Esos socialistas hubieran preferido un acuerdo con el PNV, algo que resultó imposible porque este partido, habiendo ganado claramente las elecciones autonómicas, no estaba dispuesto a renunciar a la Presidencia del Gobierno Vasco. Y como el PSE, aceptando resignadamente los votos del PP, si podía colocar a López en Ajuria-Enea, al final optaron por esta segunda posibilidad.

Y el pacto que realmente “le pondría” –como diría el inefable Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla- a Zapatero sería un Gobierno Vasco a la catalana, es decir, con una izquierda abertzale legalizada porque se ha desmarcado de ETA, con Aralar, EA e IU. Es decir, un pacto que dejara fuera, al igual que en Cataluña, al nacionalismo tradicional, el PNV, y a la derecha española, es decir, al PP.

Los populares vascos han mostrado su decepción por lo que consideran un incumplimiento de Patxi López. De momento, la sangre no llegará al río, pero el PP debe de tomar nota, porque un apoyo “gratis et amore” al PSE, sin ninguna contrapartida de peso, tampoco tendría mucho sentido. Sólo el tiempo dirá si ese pacto que permitió hace dos meses llegar a López a Ajuria-Enea es sólido y duradero. De momento, hay mucha gente que sigue ilusionada con la etapa de cambio que se ha abierto en el País Vasco.

 
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