¿Un fósil puede ser considerado una obra de arte? Christie’s abre la polémica en Francia

En lugar de muebles y objetos de arte, como es su costumbre, la casa de subastas Christie’s abre la sesión de ese día ofreciendo tres esqueletos completos de especies extinguidas hace más de diez mil años y otros 86 fósiles.

Este tipo de subastas puede ser habitual en otros lugares del mundo, como Estados Unidos o Japón, donde se venden huesos mil milenarios sin complejos, pero aquí, en Francia es una primicia que provoca vivas discusiones.

En los locales de Christie’s se pueden apreciar los fósiles que serán ofrecidas al mejor postor: un mamut de Siberia, valorado entre 150.000 a 180.000 euros, de 3,8 metros de largo; un oso de las cavernas de las montañas de los Urales, entre 20.000 y 25.000 euros, expuesto estos días en el hall de la entrada de la casa de ventas situada en la avenida Matignon; un rinoceronte lanudo de la era cuaternaria, entre 55.000 y 65.000 euros; o un pterosaure, reptil volador de finales del Jurásico, con un precio de salida entre 40.000 a 60.000 euros.

Los museos podrían pujar en la subasta, pero el problema eterno es la falta de presupuesto, y estos vestigios prehistóricos acabarán, probablemente, en manos de coleccionistas privados.

La polémica está servida: por un lado, están los que consideran que no se trata de una obra de arte sino un un elemento de estudio que permitiría profundizar en las investigaciones sobre estas especies desaparecidas; por otro, los que califican de inadmisible este argumento ya que por esa misma regla de tres, las casas de subastas tendrían que entregar a los arqueólogos las piezas de cerámica que otras veces ponen a la venta.

 
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