¿Por qué no te callas?
Lo de este país es de traca. La virulenta reacción de CiU, PNV y BNG a las palabras que el Rey don Juan Carlos ha difundido por Internet sobre las disensiones, los galgos, los podencos y las quimeras me deja absolutamente perplejo. Más que nada, por los argumentos que se han utilizado.
El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, ha dejado claro su enfado. “Curioso: el Rey hace este llamamiento y no reconoce la diversidad para que todo el mundo se sienta respetado y tratado justamente. Es una lástima”.
El portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, ha recordado al Rey que, además de los valores que defiende en la carta, hay otros esenciales para los nacionalistas vascos, como la diversidad, el pluralismo y sobre todo el “respeto a la libre expresión democrática”.
El representante del BNG, Francisco Jorquera, ha manifestado que la carta es un gesto “impropio” de la “neutralidad” que debería mostrar.
Sinceramente, yo no entiendo:
-- Que un juicio difundido a través de una carta impida, constriña o cercene la libertad de expresión de nadie. Las palabras de Erkoreka, sin embargo, parecen insinuar que el Rey debería permanecer callado. ¿Es eso favorecer la libertad de expresión? Pregunto.
-- Que se utilice la neutralidad del Rey como sinónimo de tibieza, pasividad o inmovilismo. ¿Fue neutral don Juan Carlos el 23-F? No. Actuó en favor de un partido político concreto. No. ¿Se le puede acusar de haber sido entonces partidista? Creo que tampoco.
-- Que el victimismo que fomenta el nacionalismo llegue hasta el extremo de declararse injustamente tratado cada vez que alguien vierta una opinión discrepante, cuando alguien se declara contrario a la independencia.
En el fondo, lo que se trasluce de estas críticas –insisto- es un inconfesable deseo de que el Rey cierre la boca, que se mantenga callado, que no diga lo que piensa.
¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Cuándo podremos debatir sobre esta cuestión de forma honesta?
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