Rajoy gana a Zapatero el primer cara a cara en televisión, aunque el debate no será decisivo para cambiar la intención de voto

El debate mantenido anoche entre los dos aspirantes a la presidencia del Gobierno, que fue seguido con gran expectación, tuvo como resultado la victoria de Mariano Rajoy sobre Rodríguez Zapatero, aunque no por gran diferencia, y, como consecuencia, el cara a cara no será decisivo para cambiar la intención de voto. Mediado el debate, las encuestas de Antena 3 daban un 52 por ciento a Rajoy y un 48 a Zapatero.

El enfrentamiento resultó interesante políticamente, con momentos de viveza, y por tanto mucho más atractivo que el que mantuvieron Pedro Solbes y Manuel Pizarro, que llegó a ser aburrido.

El líder del Partido Popular fue quien, durante gran parte del enfrentamiento, llevó la iniciativa. Estuvo mucho más suelto, con ideas, suscitando cuestiones de fuerte impacto popular, como es el caso de la emigración o la seguridad. Sonrió en varias ocasiones. Se le notó en general cómodo, suelto. Y supo quitarse de en medio cuestiones menos favorables. Apenas pasó apuros. En varias ocasiones despejó asuntos del pasado o de otras personas del PP (como las alusiones a José María Aznar), diciendo: “Estamos hablando usted y yo”.

Más de una vez planteó los asuntos lanzando preguntas a Zapatero. Le insistió en que no hablara de cifras macro, sino de la economía cercana, para lo cual repitió las subidas de los precios de los alimentos, de la vivienda o de las hipotecas. Hizo hincapié en la política antiterrorista, el diálogo de Zapatero con ETA, y sobre todo en la emigración. Hubo descalificaciones de fondo, como cuando le dijo que no tiene “ninguna idea de la nación española”.

Superó las acusaciones sobre la herencia que dejó el PP yendo a la herencia que, a su vez, recibieron los populares de los trece años de Gobierno de Felipe González. Repetidas veces acusó a Zapatero de “mentir”. Estuvo hábil cuando respondió a la acusación de que no ha apoyado al Gobierno diciendo: ¿A qué Zapatero voy a apoyar: al que actuó de dos formas distintas con ANV, Otegi, De Juana…? Rajoy lo pasó peor con la acusación de insultar a los artistas. Y su intervención final resultó un tanto simple y melosa.

A Rodríguez Zapatero se le notó algo agarrotado, demasiado serio, con el rostro tenso, tomando notas, en pocos momentos estuvo cómodo. Sonrió poco, estuvo muy pendiente de lo que sostenía su contrincante. Dio la impresión de que era excesivamente consciente de que se jugaba mucho. Se notó que había preparado con cuidado la cita, pero utilizó demasiados argumentos, sin hacer hincapié en los más fuertes, y saliéndose del tema, como cuando trajo a colación los accidentes de tráfico. Le faltó sentimiento y calor, y en ocasiones estuvo tecnocrático.

Habló repetidamente de los jóvenes, a propósito de asuntos diversos, con lo que se reveló que ése es un tipo de votantes que desea captar. Y puso una “trampa” a Rajoy con la acusación de regularizar inmigrantes con sólo un bono-bus, pero el dirigente del PP no entró a la cuestión, con lo que no pudo pillarle. Sacó a la palestra el atentado del 11 M, pero tampoco logró imponer el tema.

Defendió su gestión recurriendo a cifras económicas, pero sin marcar una de ellas como más destacada, con lo que la realidad se iba perdiendo. Destacó la ley de dependencia, la subida de las pensiones y del salario mínimo. Acusó al PP de hacer oposición con el terrorismo. Llevaba preparados asuntos difíciles para Rajoy, como su ejecutoria al frente del ministerio del Interior, o la congelación de los sueldos de los funcionarios, pero no resultaron muy eficaces. Recurrió, al igual que hizo Solbes, al precio del petróleo para explicar algunas cifras negativas de la economía nacional.

Recordó la frase de Aznar llamando a ETA “movimiento de liberación nacional”, sacó el tema de Irak, pero se equivocó presumiendo de haber defendido a Aznar de las acusaciones de Chávez en Chile.

La disertación final de Zapatero fue algo mejor que la de Rajoy, pero también en terrenos etéreos y genéricos. Y extrañó su despedida: un “Buenas noches y buena suerte” que sorprendió a casi todos.

 

Los dos tuvieron un bolígrafo en la mano, y enseñaron gráficos y estadísticas, algo mejor presentadas las del presidente del Gobierno, aunque no se detuvieron demasiado en enseñarlas. Zapatero se sentó muy erguido, sin apenas apoyar la espalda, mientras que Rajoy estuvo más reclinado y apoyando la espalda. En una docena de ocasiones el presidente cortó a Rajoy (una de las veces, éste le pidió “no me interrumpa), intentando matizar algunas de sus afirmaciones, mientras que el líder del PP lo hizo en tres o cuatro y sólo al final.

La existencia de los contadores de tiempo, que no estaban en la líneas visual de los dos interlocutores, les provocó alguna incomodidad, y el efecto negativo en la pantalla de ver que de vez en cuando no dirigían la mirada a la cámara sino a otro sitio.

El presentador, Manuel Campo Vidal, estuvo desafortunado. Hizo una introducción premiosa y pesada, y sus intervenciones para moderar resultaban extemporáneas y largas. Le falto flexibilidad. Asumió un excesivo protagonismo y cansó.

Desde el Partido Popular se enviaron mensajes a los teléfonos móviles de los periodistas diciendo que Rajoy había ganado, que Zapatero no contestaba y sólo hablaba del pasado. Lo mismo ocurrió desde el PSOE, destacando, por ejemplo, que Rajoy no “sabe” lo que es un bono-bus.

En el pabellón de Ifema hubo algunos famosos, invitados por la Academia, pero también por el Partido Popular (en otra sala). Entre los primeros, directivos de las cadenas que retransmitían el debate. En primera fila, Olga Viza, que se no perdió detalle de cómo iba transcurriendo el debate, porque ella moderará el de la semana próxima. A su lado, María Rey.

La conclusión final que se saca de lo ocurrido ayer es que ha habido una victoria de Rajoy, pero no suficiente. Lo cual es negativo, en la medida en que es el aspirante quien tiene que “ganar”. Además, se concluye que el debate apenas va a tener influencia en la intención de voto.

A la vista de las cuestiones abordadas ayer, y de los planteamientos, acusaciones y posiciones de los dos políticos, algunos periodistas planteaban anoche: ¿de qué van a hablar en el segundo debate? Porque todos los temas salieron a colación y posiblemente los dos protagonistas pusieron de manifiesto sus mejores armas.

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