Los militares de la Armada están gordos: está en riesgo la operatividad en sus misiones

La Revista de Sanidad de las Fuerzas Armadas plantea que si existiera un programa de promoción de hábitos saludables los problemas de sobrepeso y obesidad desaparecerían

Fragata Cristóbal Colón de la Armada (Foto: Armada Española).
Fragata Cristóbal Colón de la Armada (Foto: Armada Española).
Militares de Infantería de Marina.
Militares de Infantería de Marina.

Los problemas de sobrepeso y obesidad entre los militares en activo es una cuestión que afecta a las Fuerzas Armadas (FAS) de muchos países del mundo, y España es uno de estos.

El exceso de peso, clasificado como sobrepeso y obesidad dependiendo de los parámetros, se entiende como una acumulación de grasa anormal o excesiva perjudicial para la salud

Para cuantificar el grado de exceso de peso que tiene una persona se utiliza el IMC (Índice de Masa Corporal) que resulta de la división entre el peso y la talla en metros cuadrados.

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) establece que un IMC igual o superior a 25 kg/m2 es sobrepeso y cuando es igual o superior a 30kg/m2 es obesidad.

Concretamente en las Fuerzas Armadas españolas, tener un IMC superior a 28 kg/m2, medida ya considerada como sobrepeso, puede ser causa de pérdida de capacidades para determinadas misiones y operaciones y hasta un motivo de exclusión de las FAS, según indica el Reglamento para la Determinación de la Aptitud Psicofísica del Personal de las Fuerzas Armadas.

Ante la no existencia de un programa oficial de actuación sobre el sobrepeso y la obesidad en las FAS, y tan sólo un estudio previo sobre la notable presencia de estos problemas de salud en esta entidad, el personal de enfermería militar que prestaba servicio en unidades de la Armada situadas en la Base Naval de Rota realizó un estudio experimental entre los meses de febrero de 2018 y 2019.

Específicamente el estudio lo firma la capitán enfermera del Servicio de Sanidad y Enfermería de la Base Naval de Rota, Gómez de Terreros Caro G., la profesora de la Universidad Antonio de Nebrija, Martínez Jimeno L., la capitán enfermera del Tercio de Armada (TEAR) del Grupo de Apoyo de Servicios de Combate de San Fernando, Ramos Herrera A. y la capitán enfermera de Enfermería del Arsenal de Ferrol, Romero Galvache M.A.

Dieta saludable y actividad física semanal

El objetivo principal del estudio era comprobar qué ocurría si se sometía a un número determinado de militares de la Armada con sobrepeso y obesidad a un programa de promoción de hábitos saludables durante un año.

Dicho programa se basaba en seguir el modelo de dieta mediterránea, considerada en la práctica clínica como la más equilibrada, y en incorporar la actividad física, adaptada a las condiciones particulares de cada sujeto, en su rutina.

 

Una alimentación baja en grasas, evitando la bollería industrial, bebidas azucaradas y alcohólicas, la restricción de harinas refinadas, fritos, alimentos precocinados y carnes rojas, y el aumento del consumo de vegetales, carnes blancas, pescado y aceite de oliva son las características de la dieta mediterránea.

Además, se les recomendó realizar cinco comidas al día tomando fruta entre las comidas principales.

En cuanto al ejercicio físico consistía principalmente en ir aumentando de forma gradual el tiempo de entreno para potenciar la pérdida de peso. El objetivo final era conseguir que el personal que no realizara ejercicio de forma habitual, consiguiera hacer al menos 150 minutos de actividad física a la semana.

Los militares seleccionados para el estudio, una vez registradas sus medidas, fueron divididos en dos grupos. Al Grupo de Intervención (GI) se le sometió a estos cambios de dieta y actividad física, mientras que al Grupo de Control (GC) tan sólo se le tomó medidas al principio y al final del estudio, pero sus hábitos no fueron modificados.

Los seis primeros meses del experimento se realizaron a bordo de una fragata durante un periodo de navegación donde todos los sujetos del GI compartían el mismo estilo de vida en cuanto a actividad física y alimentación.

Mientras que los seis meses posteriores se desarrollaron en tierra donde los militares del GI volvieron con sus familias y dejaron de estar sometidos a estas circunstancias.

El 70% de los militares con sobrepeso y obesidad

Los sujetos seleccionados para el estudio fueron 206 militares, 168 hombres y 38 mujeres, destinados en la fragata con un mínimo de un año de permanencia en las unidades militares de Rota.

De estos, tan sólo 61 presentaban valores de IMC fuera de los parámetros de exceso de peso, entre 18,5 kg/m2 y 24,9 kg/m2. Mientras que el resto tenían un IMC superior a 25  kg/m2, valor ya considerado como sobrepeso, el 49,03% (101) con sobrepeso y el 21,36% (44) con obesidad.

Los profesionales en enfermería se basaron en la clasificación de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad donde establecen que sobrepeso corresponde a un IMC igual o superior a 25 kg/m2, sobrepeso grado II entre 27 kg/m2 y 29,9 kg/m2, obesidad leve de 30 kg/m2 a 34,9 kg/m2, obesidad moderada de 35 kg/m2 a 39,9 kg/m2 y obesidad mórbida a partir de 40  kg/m2.

Dado que en el estudio no se podían aleatorizar los sujetos, debido al número finito de militares, el tamaño de la muestra quedó condicionado al interés de participar o no en el programa.

Finalmente, de estos 145 militares que presentaban sobrepeso u obesidad, se ofrecieron a participar 42 sujetos, 21 en cada grupo.

El grupo de intervención, es decir, al que se le aplicaron los cambios en la dieta, la actividad física y la medición de parámetros cada cierto tiempo, estaba formado por 17 hombres y cuatro mujeres con una media de edad de 36,19 años. Durante el transcurso del experimento abandonaron cinco sujetos a causa de la no adherencia al programa.

De estos, el 61,90% tenía obesidad de grado I, el 23,81% obesidad de grado II, el 4,76% obesidad mórbida y el 9,52% sobrepeso.

Por otro lado, en el grupo de control eran 19 hombres y dos mujeres con una media de edad de 34,48 años. Aunque el porcentaje de militares con obesidad de grado I era el mismo, el resto de parámetros eran mejores al no haber sujetos con obesidad mórbida, el 28,57% tenía sobrepeso, el 9,52% obesidad de grado II y no se produjo ningún abandono. 

A pesar de que los grupos presentaban valores estadísticamente diferentes, tras una primera consulta a cada participante del GI, diez días antes del inicio de la navegación, para tomar medidas de IMC y bioquímicas de colesterol, glucosa, lipoproteínas y triglicéridos, a través de una analítica de sangre, resolver cualquier duda del experimento y firmar el consentimiento, en febrero de 2018 se inició el estudio.

Mejora considerable en los seis primeros meses, pero…

Durante los seis primeros meses, coincidiendo con la navegación, los sujetos del GI tenían consultas cada 15 días para registrar los valores de IMC, y cada 30 días medían la tensión arterial y se les sometía a un test (Índice de Ruffier-Dickson) para comprobar la adaptación cardiovascular al esfuerzo físico y su posterior recuperación cardiáca tras este.

A pesar de que dos de los sujetos del GI abandonaron el programa durante los seis primeros meses, los resultados fueron muy positivos porque redujeron la media del índice de masa corporal un 10%, de 33,72 kg/m2 a 30,91 kg/m2.

La explicación que dan los profesionales que realizaron el estudio ante este resultado tan efectivo durante los primeros seis meses es que todos los participantes estaban sometidos a las mismas condiciones de vida.

Y además, “la asiduidad de las sesiones y el asesoramiento y supervisión de los enfermeros da soporte a los programas de consejo sanitario y permite la obtención de mejores resultados que otros estudios donde los controles son muy espaciados”, según argumentan en el artículo original publicado en la Revista de Sanidad de las Fuerzas Armadas.

con la llegada a tierra los parámetros empeoraron

Cuando llegaron a tierra, tanto el grupo de intervención como los del grupo de control, volvieron a casa con sus familias. Esto significa que dejaron de estar sometidos a rutinas de ejercicio físico y dieta saludable.

Además, las consultas de control de valores se espaciaron y tan sólo acudían una vez al mes para medirles el IMC, la tensión arterial y someterles al test de adaptación y recuperación cardiaca.

Durante este segundo periodo los resultados no fueron tan positivos. En primer lugar porque abandonaron el estudio tres sujetos más del grupo de intervención. Y en segundo lugar porque la media del IMC aumentó de 30,91 kg/m2 a 31,82 kg/m2.

Aunque, a pesar de este aumento, los resultados no acabaron siendo negativos porque los parámetros finales seguían siendo mejores que los que se registraron al inicio del experimento, de una media de IMC de 33,71 kg/m2 a 31,82 kg/m2.

En cuanto al grupo de control, no abandonó ningún sujeto el grupo y los valores de IMC registrados al principio del estudio y al final del mismo, 12 meses más tarde, eran prácticamente iguales, de 31,68 kg/m2 a 31,44 kg/m2. 

Necesario un programa de promoción de hábitos saludables

El experimento concluyó en febrero de 2019, es decir, 12 meses más tarde. En total se realizaron 18 sesiones de registro de parámetros a cada uno de los sujetos del grupo de intervención, 12 durante los seis meses de navegación y seis desde la llegada a tierra.

En relación a las variables bioquímicas que se tomaron al GI al principio y al final del estudio también se produjeron cambios notables.

En las primeras analíticas, un 15% de los sujetos presentaba valores de glucosa en sangre elevada, casi la mitad, el 47,6%, presentaba dislipemia, alteración en los niveles de grasas, sobre todo de colesterol y triglicéridos. De hecho, el 15% tenía los triglicéridos más altos de lo normal.

Transcurridos los doce meses, los resultados de las analíticas reflejaban que los parámetros se estaban normalizando en todas las variables bioquímicas, aunque los cambios más significativos fueron el aumento de las concentraciones séricas de HDL-colesterol casi un 10,68% y la disminución de los triglicéridos un 19,33%.

Teniendo en cuenta que tanto los medidas de IMC como las variables bioquímicas mejoraron durante los 12 meses que duró el programa debido al cambio de los hábitos de vida de los militares, dicho estudio evidencia que si existiera un “programa de promoción de hábitos saludables basado en consejos dietéticos y ejercicio físico” para el personal militar de la Armada con sobrepeso y obesidad se normalizarían sus índices de masa corporal y sus concentraciones de grasa en la sangre, según los autores del estudio.

En otras palabras, es necesario implementar estrategias y programas para reducir los casos de exceso de peso que existen en las Fuerzas Armadas españolas, al igual que ya lo hacen los ministerios de Defensa de Alemania y Estados Unidos,

A pesar de que estas cifras de exceso de peso en las FAS no despuntan por encima de los porcentajes de la población española general, 53,60% de los adultos españoles tienen obesidad o sobrepeso, según la encuesta europea de salud de 2020, hay que tener en cuenta que estas enfermedades en las unidades de la Armada pueden en poner peligro sus misiones y operaciones.

Base de Rota.
Base de Rota.

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