De Benedicto XVI a Francisco

Como ha subrayado Gil Tamayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, el Papa Francisco, con sus acentos particulares, está siendo un don del Espíritu para la Iglesia, que en renovación dentro de la continuidad de la Tradición, nos trae un soplo de aire fresco para emprender con nuevo ardor la tarea permanente de la misión. Hay nuevos retos y nuevos escenarios, y para esta coyuntura debemos contagiarnos también en España del entusiasmo apostólico que encarna, con sus palabras y sus gestos, el Papa Francisco.

Con esa pasión,  el Secretario General de la Conferencia ha insistido en la legitimidad que la Iglesia tiene para influir en la esfera pública.  Sin miedo y sin complejos. Podemos y debemos estar en los medios de comunicación, sabedores de que habrá personas que intentarán silenciar a la Iglesia, pero conscientes también de que la sociedad necesita una propuesta de sentido, que el corazón del hombre anhela horizontes más anchos que los que a menudo se le ofrecen. La Iglesia ha de estar en la calle, no encerrada en la sacristía, para proponer sin imponer, para anunciar a todos la buena noticia del Evangelio y llevarla especialmente a aquellos que más la necesitan.

 

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