Cifuentes

Que mientras una persona, personaje público, delegada del gobierno, la señora Cifuentes, lucha por su vida en un hospital público -me imagino que para dar ejemplo- unas personas -¿pandilla de energúmenos tal vez?- se manifiesten a las puertas de ese hospital pidiéndole a la buena señora, que sigue sedada y con respiración asistida, que se vaya a curarse a la privada, me obligan a hacerme varias consideraciones.

Una es la vieja -bíblica- realidad de una condición humana deteriorada de que "si canto porque canto y si lloro porque lloro"... ¿Entonces en qué quedamos? si privada porque privada y entonces sería una privilegiada, si publica porque publica y no le pertenece "porque lo hemos decidido nosotros" no se sabe muy bien porque regla de tres.

Otra es la que se deduce del aforismo: "El obrar sigue al ser". Si el obrar de algunos señores -me estoy refiriendo a señores representantes del pueblo español a los que se les supone una cierta formación humana y moral, no a los cafres que andan sueltos por nuestro país- son esos tweets tan impresentables, tan miserables, el ser de esos individuos tiene que ser miserable. Por sus obras los conoceréis...

Y la última es que estos personajes hacen cierta la sentencia de Unamuno refiriéndose a España: "Qué país, qué paisaje, qué paisanaje".

Señores, con esta democracia carente de unos valores mínimos no vamos a ninguna parte; vamos dónde estamos yendo, al abismo, A estos representantes del pueblo español se les llena la boca hablando de democracia y libertad sin percatarse de que lo que nos hace libres a los hombres no es la democracia -simple instrumento de gobierno con muchas deficiencias, potenciándose estas cuando la convertimos en un fin- sino la verdad. Y últimamente de verdad andamos muy escasos.

 

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