Centenario de Gregorio López-Bravo

“Fue, seguramente, el político más brillante y con mejor imagen en el exterior de toda la época de Franco”

Centenario de Gregorio López-Bravo. Fuente | Biblioteca Virtual Cervantes.
Centenario de Gregorio López-Bravo. Fuente | Biblioteca Virtual Cervantes.

Hace cien años nacía en Madrid Gregorio López-Bravo, un hombre excepcional en las diversas facetas de vida: familiar, social, profesional, política… Sus estudios hasta llegar a Doctor en Ingeniería Naval fueron de una brillantez sin parangón. Su vida familiar se vio enriquecida con ocho hijos y su diario trato con Dios en la oración y en la Santa Misa se tradujo en la vocación al Opus Dei como miembro supernumerario. Su actividad profesional se desarrolló en una primera etapa en la Sociedad Española de Construcción Naval en Matagorda y Sestao hasta 1959 en que fue nombrado director general de Comercio Exterior. Comienzan una veintena de años de total entrega al servicio público de España en distintos puestos, hasta ejercer como ministro de Industria y luego de Asuntos Exteriores. Tenía una capacidad de trabajo asombrosa; su mesa de trabajo estaba siempre limpia de carpetas, legajos y papeles, porque apenas le llegaba alguna consulta o propuesta inmediatamente la estudiaba con profundidad y tomaba la decisión más acertada. No era amigo de circunloquios o grandes discursos; sus exposiciones eran breves, concisas y claras. De su paso por Asuntos Exteriores se ha escrito que “fue, seguramente, el político más brillante y con mejor imagen en el exterior de toda la época de Franco”. Su destitución se produjo en 1973 mientras estaba en París presidiendo la reunión anual de la OCDE. A su regreso a Madrid le aguardaban en el aeropuerto numerosos periodistas para pedirle unas declaraciones, pero él por toda respuesta manifestó: “Ya no soy noticia”.

Volvió a su vida profesional y a sus iniciativas sociales en favor de jóvenes profesionales que se abrían camino en el mundo laboral. Sus amigos, a los que siempre demostró gran lealtad y cariño no olvidarán las reuniones de carácter formativo, religioso y humano que tenían lugar en su propia casa. “Tuvo tantas obligaciones profesionales, sociales o familiares como el que más, pero en los años que yo le conocí tengo el firme convencimiento de que no regateó un minuto a Dios”. Así hasta el día en que un desgraciado accidente de aviación acabó con su vida en el Monte Oiz de Bilbao el 19 de febrero de 1985.

 

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