Feijóo y Abascal: aparentar que todo cambia, para que todo siga igual. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones

Feijóo y Abascal: aparentar que todo cambia, para que todo siga igual. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Feijóo y Abascal: aparentar que todo cambia, para que todo siga igual. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.

En Lengua Española decimos que el infierno está empedrado de buenas intenciones para indicar que de nada sirven los buenos propósitos si no van acompañados de acciones.

Aunque pueda haber muchos españoles que coincidan con el diagnóstico que Abascal y sus máximos dirigentes hacen de la situación que sufre España, siguen sin plantear un verdadero programa de gobierno.

Lo mismo podemos decir de Feijóo y demás gerifaltes del PP, también hacen un análisis de la situación que padece España con la que, es seguro que los españoles decentes, de buena voluntad apenas discrepan.

En el fondo, lo que cuentan los capos de VOX y los del PP es más o menos lo mismo, aunque con una palabrería diferente, cada cual utiliza un determinado vocabulario para agradar y regalarles los oídos a sus potenciales votantes.

Pero, si uno tiene la paciencia de leerse los supuestos programas de gobierno de uno y otro partido, acaba descubriendo que ninguno de los dos partidos que dicen ser no socialistas, no comunistas, no filo-etarras, partidarios de la unidad de España, etc. Acaba descubriendo que no son tales. Ninguno, ni PP ni VOX exponen un verdadero programa de gobierno, no proponen acciones concretas temporalizadas, a conseguir en un plazo de tiempo definido, no enuncian objetivos (ni a corto, ni a medio ni a largo plazo), ni nombran cuáles son los procedimientos que van a utilizar, ni con qué medios humanos y materiales van a contar, e, insisto: no dicen por ningún lado en qué periodo de tiempo pretenden conseguir sus supuestas metas… y no lo hacen porque, aparte de declaraciones de buenas intenciones (de las que está empedrado el camino del infierno), en realidad no poseen proyecto de ninguna clase, por la sencilla razón de que sus capos nunca se han planteado gobernar en el sentido de la palabra, de llevar a cabo una gestión eficaz de lo público que vaya más allá de apuntalar el actual sistema político y económico español y dar apariencia de hacer que todo cambie, para que todo siga igual (como se afirma en ‘El gatopardo», la novela de Tomasi di Lampedusa). Pues sí, aunque parezca exagerado decirlo, ambos partidos tienen los mismos, idénticos objetivos: parasitar, vivir de nuestros impuestos, como vienen haciendo una gran mayoría de ellos desde la adolescencia, como son el caso de Santiago Abascal, amadrinado por Esperanza Aguirre, y el de Alberto Núñez Feijóo, apadrinado por Fraga y luego por Rajoy.

Pero ¿Cuáles son realmente las cuestiones que son prioritarias para los españoles, qué les inquieta? ¿qué les preocupa, qué ocupa su mente?

A pesar de los fuegos de artificio, los espectáculos de prestidigitación, utilizados por el gobierno para tener distraída, entretenida a la población, a la manera del «panem e circenses» de la antigua Roma, para provocar también el conformismo, el embrutecimiento y el infantilismo; millones de españoles piensan día tras día cómo comprar en los supermercados, o cómo pagar sus facturas , o cómo llenar el depósito de combustible de su automóvil y llegar a fin de mes sin tener que endeudarse o tener que recurrir a utilizar los ahorros que han ido guardando para hacer frente al futuro con tranquilidad.

También están los que procuran tener criterio propio -una minoría-, para lo cual es necesario estar bien informados, y esos, además del corto plazo, también se plantean que hay que hincarle el diente a determinados asuntos como el ínfimo índice de natalidad a la vez que se alarga la esperanza de vida, o el futuro de las pensiones, o el futuro de sus hijos, dada la pésima calidad de la enseñanza en España; e incluso hay otros que van más allá y se plantean que los diversos ámbitos de la administración del estado pecan de algo más que de «desgobierno» y que en realidad, en España no existe «estado de derecho» y menos separación de poderes… y un largo etc. Para nada de ello se han apuntado soluciones por parte de los dirigentes de VOX ni de PP…

Antes mencioné a Tomasi di Lampedusa y su novela «El gatopardo«, una narración fascinante, que sigue estando plenamente vigente, pues esconde una verdad intemporal sobre el carácter de los que ostentan el poder: «El gatopardo» relata la pugna entre lo moral y lo amoral, entre el bien y la decadencia espiritual, y sobre todo, lo que destaca es la enorme capacidad de los oligarcas y caciques para adaptarse, «reinventarse» para seguir medrando, parasitando, viviendo a costa de nuestros esfuerzo y dinero. A finales del mes de julio habrá nuevas elecciones generales, está en juego, nada más y nada menos, que se produzca un simple cambio cosmético, a la vez que cínico para que todo siga igual, o por el contrario un cambio social profundo.

 

El próximo 23 de julio están convocadas elecciones que pueden ser el fin del «sanchismo», del gobierno de socialistas, comunistas, etarras y separatistas o convertirse en una falsa ilusión, el engaño de un prestidigitador, un juego de magia blanca (o negra, ¿quién sabe?), una nueva estafa al pueblo español.

Como he repetido en múltiples ocasiones a lo largo de años, España necesita una cirugía regeneradora de urgencia, para lo cual hay que acudir a los buenos gestores de dineros ajenos que, están en la empresa privada; gente con probada experiencia y exitosa trayectoria que, insisto: sin duda no están entre los capos de las diversas agrupaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos… Tampoco hay que olvidar a los funcionarios decentes, que también haberlos haylos.

En fin, esperemos que los días siguientes al 23 de julio los mandamases de VOX y PP pongan en marcha un gobierno de gente decente, encabezado por una especie de «Cincinato», de un «Cirujano de Hierro» que no le tiemble el pulso y emprenda las acciones urgentes, imprescindibles, para salir de la terrible situación a la que nos han llevado los diversos gobiernos socialdemócratas de las últimas décadas… Por supuesto, sin temor a que la gente que se hace llamar progresista tilde al gobierno de reaccionario.

Y, ya para terminar, a riesgo de que me llamen pesado, reiterativo, vuelvo a subrayar las acciones más importantes a emprender, si se pretende que España eche a andar por el camino del cambio de la que está necesitada de urgencia:

Recuperar el estado unitario, desmantelando el estado de “las autonomías”, recuperar la unidad de mercado, la seguridad jurídica, eliminando todos los tribunales superiores de justicia de las diversas taifas, haciendo desaparecer el Tribunal Constitucional e integrándolo en el Tribunal Supremo como una “sala” más, implantando una estricta separación de poderes; suprimir el Senado.

Suprimir la inmensa burocracia que sufren los españoles, absolutamente innecesaria y que España no puede permitirse, burocracia que acaba pagando la clase media, una clase media cada vez más empobrecida. La supresión y/o reducción de burocracia permitirá el recorte de gastos, y hará disminuir el despilfarro. Todo ello debe ir acompañado de una política de mínima intervención e injerencia del Gobierno, y por supuesto, no olvidando que los gobiernos no crean empleo; el empleo, el crecimiento, la riqueza, el ahorro los crean la iniciativa privada…

Encaminarse hacia el desmantelamiento del «estado de las autonomías» es la única manera de promover la igualdad de todos los españoles ante la ley, la igualdad de todos los españoles en derechos y obligaciones, sin privilegios de clase alguna, sean por cuestión de sexo, de nacimiento, de vecindad, y un largo etc.

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