Una feliz Navidad para todos

Comidas, cenas, compras… son un ritual que nos indica que ya se acerca la Navidad. ¿Cómo empezaron estos compromisos? No sabría decirlo, sin embargo queda claro que la Navidad es una llamada a la fraternidad, al reencuentro con amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo. Son momentos en los que no se permiten las riñas, están mal visto los enfados, prescindimos de los rencores. De hecho es probable que el jefe que ayer nos amonestaba por algo, hoy nos brinde una cesta. Hasta con un poco de suerte nos puede tocar la lotería.

Pero hay algo que no captamos y que está en el origen de las fiestas: ese espíritu pasajero de alegría, de felicidad podríamos intentar que fuera permanente. ¿Por qué reducir a unas horas un estado personal que es más favorable para la salud y la convivencia? Quizá sería más fácil lograrlo si con la inocencia que los niños esperan los reyes, nos propusiéramos cambiar un poco cada uno, no esperar a que por casualidad acabemos siendo ricos, o la persona con la que convivo cambie: es más sencillo provocar ese cambio interior a nivel personal y seguro que el año 2009 será próspero aunque se augure un subidón en la crisis.

 

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